Llevo 30 años viviendo con cáncer

Nuria Barrié ENFERMA ONCOLÓGICA

OPINIÓN

María Pedreda

21 may 2023 . Actualizado a las 16:43 h.

Llevo 30 años viviendo con el cáncer, prácticamente la mitad de mi vida. En estos años he visto morir a mi hijo, mi madre y mi hermano y yo he tenido tres: un linfoma, uno de mama y el último hace 3 años de pulmón con metástasis.

 He vivido la enfermedad de todas las formas posibles en las que puede afectar a una persona. Tengo asumido que me acompañará siempre y ya no me da miedo. Yo no puedo cambiar el hecho de que tengo cáncer pero sí decido cómo quiero vivir.

Cuando me dijeron que tenía un nuevo tumor lo acepté con bastante serenidad. Yo ya sabía que había vuelto; sé cómo te sientes cuando tienes cáncer, pero no daba la cara y en plena pandemia, tardaron en detectarlo. Fue un alivio saberlo. La incertidumbre me descoloca, necesito saber lo que tengo que hacer, me da tranquilidad. Cuando llegaron las metástasis empezaron los dolores, la fiebre, el sentir que literalmente te estabas muriendo y mi médico —que es una persona extraordinaria que transmite paz y aunque te dé la peor de las noticias deja abierta una puerta a la esperanza— me dijo que no me preocupase. Decidí hacerle caso, ya se estaba ocupando él de darme el mejor de los tratamientos posibles, y yo deje de pensar en enfermedad y en curaciones y me centré en intentar encontrarme bien, aunque fuese con calmantes. Llegó la inmunoterapia, mi chute milagro. Me cuido mucho, como bien, hago deporte, voy a nadar, medito, mi familia me acompaña, ellos lo han padecido igual que yo. Siempre he pensado que las personas que se ocupan de una persona con cáncer sufren igual o más que el propio enfermo y lo digo por experiencia. La familia es vital en este proceso y además de mi marido, que no me puede cuidar más, mis hijos y mis hermanos, tengo tantas amigas que me alegran la vida y tanta gente buena que te cruzas en el camino que pienso que el cáncer no me va a amargar. Y si vuelve el bicho ya veremos, lo único importante es hoy, no sé lo que va a pasar. Tampoco los médicos lo saben, y entonces para qué preocuparme.

En la última revisión mi médico tenía que decidir si suspendía el tratamiento o si seguía con él. Dependía de si el pet se iluminaba (captaba lesiones) o no. Antes de la prueba me dijo que no se podía descartar que captase algo aunque el tac anterior hubiese salido bien y en ese caso seguiría un año más con el tratamiento. Como no parece que tuviese muchos efectos secundarios y yo me encuentro muy bien, hasta me daba seguridad: estaría tratada otro año. La otra opción era que no se viese lesión y dejábamos el tratamiento, con controles cada 3 meses porque podía volver.

Para mí, las dos alternativas tienen algo positivo. Desde que dejé de tener miedo siempre veo opciones. Hay cosas que hacer y si ese tratamiento no funciona habrá otro. El tratamiento del cáncer avanza a pasos gigantes y lo veo en mí y en otras personas que pasan por situaciones parecidas, Ha dejado de preocuparme, y vivo con cáncer sonriendo a la vida y la vida sonríe. Mi familia, mis armigos no me lo recuerdan y ni las visitas al hospital me perturban, hay días que no le dedico ni uno solo de mis pensamientos y eso me hace muy feliz porque me demuestra que, pase lo que pase, yo he ganado.