
Es tal el volumen e intensidad de los acontecimientos internacionales que los movimientos estratégicos que se están produciendo en Oriente Próximo, pese a su trascendencia, apenas si están teniendo repercusión en los medios de comunicación.
El recrudecimiento de la guerra en Ucrania, con la masacre en Bajmut y sus repercusiones en la economía mundial, la nueva guerra en Sudán, así como las tiranteces agravadas entre China y Taiwán debido al apoyo estadounidense a este último país, han relegado a un segundo plano otros conflictos de largo recorrido.
Una vez más, el ataque israelí a Gaza, en la noche del lunes al martes, denominado Operación escudo y flecha, que se ha zanjado con la muerte de 13 personas, tres de ellas líderes del grupo terrorista de la Yihad Islámica y sus familias, evidencia que el conflicto, lejos de ir resolviéndose, está cada vez más vivo.
Así, conscientes de que los palestinos responderán, el Gobierno israelí ha instado a los habitantes de las zonas en un radio de 40 kilómetros de Gaza que se mantengan cerca de los refugios antiaéreos.
Por su parte, en una maniobra diplomática que desde occidente resulta incomprensible, Siria ha sido readmitida en la Liga Árabe. Trece de los 22 integrantes se encontraban presentes en la reunión en El Cairo que tuvo lugar este fin de semana, tras la cual han emitido un comunicado aclarando que no es una readmisión, sino un «acercamiento» para iniciar las negociaciones que permitan poner fin al tráfico de personas y drogas, así como intentar resolver la guerra civil iniciada en el 2011.
Este movimiento solamente se entiende en el marco de la reanudación de relaciones entre Arabia Saudí e Irán.
El Gobierno de Damasco siempre ha estado apoyado por el de Teherán, pero el desgaste ocasionado tras doce años de guerra civil es más de lo que los iraníes pueden soportar a la vista de su propia crisis económica.
Por otra parte, rematar con la inestabilidad y la criminalidad en una zona tan importante del planeta es un interés común no solo de iraníes y saudíes, sino de todos los pueblos vecinos, así que, una vez más, los derechos humanos y la justicia quedarán relegados al olvido en aras del «bien-bolsillo» común.