Ahora sí que iremos a la Luna

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Josh Valcarcel / NASA | REUTERS

05 abr 2023 . Actualizado a las 11:19 h.

El primer viaje de un ser humano a la Luna fue como el primer sufragio universal: cosa de hombres. Me explico. Se solía describir la progresión democrática del mundo con una apelación al voto general de los ciudadanos que solía escatimar un dato relevante: las elecciones eran procesos de selección de hombres que elegían a hombres. Y normalmente de hombres ricos blancos que elegían a hombres ricos blancos. Que la mitad de la población lo tuviera prohibido nunca fue motivo suficiente para rebajar la importancia de esos avances, como si fuera lo mismo tener medio cerebro que un cerebro entero. Fuimos instruidas en la convicción de que la democracia nació en Atenas, sin que nadie subrayara en rojo que más que una democracia lo que los griegos clásicos practicaban era la homocracia, un sistema que se mantuvo vigente unos cuantos cientos de años más hasta que las sufragistas se jugaron el pellejo por abolirlo. Hay ejemplos tan flagrantes como el de Suiza. El civilizado y neutral país europeo aprobó en 1848 la constitución que la configuró como Estado moderno, una carta en la que se proclamaba la igualdad legal de todos los seres humanos. De todos en el sentido literal, porque, al no incorporarse de forma explícita el desdoblamiento de género que tanto irrita, las mujeres no pudieron votar en país tan avanzado hasta el año 1971. Igual de literales son los titulares de la gesta científica que en 1969 permitió a Armstrong y a Aldrin pisar la Luna (recordemos que el pobre Collins se quedó en la nave). «Es la primera vez en la historia de la humanidad que el hombre camina sobre la Luna». La noticia no podía ser más precisa, aunque en aquel 69 hombre seguía siendo sinónimo de ser humano. Por eso es tan importante que Christina Koch viaje a la Luna el año que viene.