Es la fe de mis mayores

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

XAIME RAMALLAL

01 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando en el año 1969 Joan Manuel Serrat grabó el poema de Antonio Machado La saeta, el 96 por ciento de los españoles, según el CIS, se declaraban católicos. Hoy, el mapa religioso de España poco se parece al previo a la Transición democrática con el franquismo vigente, y los datos del CIS referidos al año 2021 son preocupantes, pues únicamente un 58 por ciento de la población se confiesa católica y el número de practicantes no alcanza el 37 por ciento.

La sociedad española ha optado por una concepción laica de la vida. La Iglesia, eje milenario de nuestra cultura judeocristiana, sufre en toda Europa una crisis profunda de identidad, frente al relativo auge del islam, que ya alcanzó los 3.000 millones de miembros, a escasa distancia de los católicos/cristianos que siempre hemos sido hegemónicos.

Ya el 14 de octubre de 1921, Manuel Azaña pronunció un discurso en las Cortes asociando la religión al Antiguo Régimen, y proclamó solemne que «España ha dejado de ser católica». La profecía no se cumplió exactamente.

Y existe un reservorio de fe popular que cada primavera, como en la canción de Serrat, «anda pidiendo escaleras para subir a la cruz». Es la pasión por la Pasión, que se extiende por toda la geografía española cuando llega la Semana Santa. Y llega a los Salcillos de Murcia, a Valladolid y a Ferrol, a la explosión imaginera con las largas procesiones de Sevilla, Málaga o Granada venerando en las calles a la Virgen Macarena, o al granadino Cristo de los Gitanos, o al de Mena que desfila en Málaga.

Es la fe de los mayores, que se conmueve cada año con los disciplinantes empalados de Jerez de los Caballeros, con el desfile de los muertos vivientes vestidos con el sudario que los aguarda desde niños en Bercianos de Aliste, o el silencio emocionado del canto del Miserere en la noche de Zamora. Es la fe de los mayores, de la que participo contemplando el auto sacramental de El Encuentro, en la mañana del Viernes Santo en Viveiro, donde la imagen de Jesús articulado cae tres veces camino de un teatral Calvario. Y al final del día desfilo devotamente con Os caladiños, reivindicando el sepulcral silencio que precede a la Pascua de Resurrección. Y coexiste con la visión antropológica y un algo folclórica de la España que mira de reojo las manifestaciones de la Semana Santa. Puede que España esté dejando de ser católica, pero sigue teniendo viva la memoria de la fe de sus mayores.