Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, es un sanguinario asesino etarra, condenado por su participación en 14 asesinatos, entre ellos los de Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco, del PP, y los socialistas Fernando Buesa y Fernando Mújica. El pasado jueves Isabel Díaz Ayuso reiteró la frase «que les vote Txapote», acuñada y utilizada por la ultraderecha, para espetársela al portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato. Rápidamente, víctimas como Consuelo Ordóñez, María Jáuregui, Gorka Landaburu o Roberto Manrique e instituciones como la Fundación Fernando Buesa salieron a afear su comportamiento a la presidenta madrileña. Ordóñez, presidenta de Covite (Colectivo de Víctimas del Terrorismo) y un referente moral indiscutible de todas (repito, todas) las víctimas del terror, la acusó de banalizar al «asesino de tantos inocentes», entre ellos su hermano, lo que «demuestra su falta de principios y lo poco que le importamos». Y concluía su tuit: «¡Así no, señora Díaz Ayuso!». Landaburu calificó de «inadmisible y hasta insultante manipular el dolor causado por ETA para atacar a sus adversarios». Este uso deleznable del terrorismo y sus víctimas como arma política por parte de Ayuso retrata su forma de hacer política, destructiva y sin escrúpulos; y lo peor es que es jaleada por un amplio sector del partido que aspira a gobernar este país. Está en la línea de otras de sus diatribas, como comparar a Pedro Sánchez con el dictador Daniel Ortega y acusarlo de querer meter a la oposición en la cárcel, destrozar la democracia e imponer una dictadura. Por cierto, el prestigioso semanario británico The Economist ha vuelto a incluir a España entre las 24 democracias plenas que hay en el mundo.