
La que se cree que es la palabra más larga del mundo tiene ochenta letras. Es la denominación en alemán de una sociedad de funcionarios, cuyo tamaño hace zozobrar tanto al traductor de Google como al editor de textos que empleo, por lo que he de renunciar a reproducirla. Aunque en español no llegamos a esos extremos y muchas personas tienen preferencia por los términos largos, como si tuviesen mejor pedigrí, recurrimos con frecuencia a fórmulas que permiten abreviar voces y expresiones complejas. Básicamente, los abreviamientos que empleamos son los acrónimos, las siglas, las abreviaturas y los acortamientos. Quizá sean estos los que más usamos a diario.
Se hacen acortamientos de nombres comunes, pero también de topónimos y antropónimos. Se forman suprimiendo algún segmento final de la voz de la que se parte (apócope), como en auto, de automóvil; foto, de fotografía, o moto, de motocicleta. También se puede cortar alguna sílaba intermedia (síncopa), como en Barna, de Barcelona, o inicial (aféresis), caso de chacho, de muchacho, o Colás, de Nicolás.
Un buen porcentaje de las voces así formadas son de uso coloquial. La gente más formal no habla de la peli que vio el finde en la tele. Ni trata de presi o de capi a personas revestidas de autoridad. Los chavales sí tienen su propia jerga. Armados de bolis, unos van con sus compas al cole y otros al insti, donde deben oír a los profes y al dire si suspenden las mates. Si se portan bien, los más peques toman chuches en el recreo con la anuencia de la seño.
En estos tiempos de modernidad, importamos sin más o adaptamos como palabras españolas truncamientos extranjeros, como biopic (de biographical ‘biográfico’ y pic, de picture ‘película’), bot (del inglés bot, de robot), chulo (del italiano ciullo ‘niño’, acortamiento de fanciullo), o el imprescindible combi de las cocinas (del inglés combi, de combination ‘combinación’).
La medicina, el campo del que procede el término más largo del español, electroencefalografista, es también pródiga en acortamientos. Entre los más usuales, electro, endocrino, fisio, fonendo, quimio, polio y otorrino. Ignoramos si existe alguno para esternocleidomastoideo. Claro que, como decíamos, nunca falta quien gusta de emplear palabras kilométricas, como esfigmomanómetro, aunque tenga a mano el tensiómetro.