Nadal

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

24 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Rafa Nadal empieza a dar un poco de grima, lo que hasta ahora parecía ser fruto de una mente prodigiosa y una voluntad de acero, comienza a tener tintes sintomáticos.

Rafa ha sido —y es— uno de los deportistas mejores de todos los tiempos y un ejemplo a seguir no solo en la cancha sino también en la forma de dirigir su vida. Un tipo equilibrado que nunca dio un escándalo, guerrero en la pista, emperador en la tierra y un caballero en la vida civil.

A sus 36 años y con una carrera impecable lo ha ganado prácticamente todo, ha demostrado fuerza, competitividad, técnica, serenidad y una capacidad de sufrimiento espectacular.

Nadal ha sufrido 22 lesiones en 19 años de carrera deportiva, algunas de ellas crónicas y todas tremendamente dolorosas. No se entiende este empecinamiento en seguir compitiendo y sufriendo de esa manera. Nada que demostrar, nada que perder, nada más que ganar, una paternidad recién estrenada, un prestigio mundial, una escuela a la que dedicar su maestría y un dolor físico que le acompañará toda la vida. En la rueda de prensa tras ganar el abierto de Australia afirmó: «No puedo decir que he tenido suerte con el tema de las lesiones, porque no ha sido así. La clave de este éxito es la pasión…». Puede que Rafa se refiriera a uno de los sentidos que tiene el término pasión: un sentimiento profundo que desborda la frontera del dolor físico o psicológico.

Pero la palabra pasión deriva del latín passio que también significa «sufrir» y «padecer». No creo que Rafa goce con el padecimiento, aunque a veces, lo dudo.

Su coraje sí tiene límites: son biológicos e imbatibles. El torneo más difícil para Nadal es saber cuándo retirarse a tiempo y sin lágrimas. ¡Ánimo campeón!