Madre-recién nacido, un binomio inseparable

José Luis Fernández Trisac PEDIATRA NEONATÓLOGO DEL CHUAC

OPINIÓN

LENNART WIMAN

14 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Separar a un recién nacido de su madre tiene siempre consecuencias negativas, solo en situaciones de enfermedad o alto riesgo para la salud de la madre o el recién nacido podríamos justificar esa separación. Esto es así porque biológicamente el binomio madre-recién nacido no está programado para una separación tras el parto. El parto genera un escenario neurohormonal muy específico y favorecedor del vínculo entre la gestante y el bebé que hace que la separación dificulte ese enamoramiento entre madre y recién nacido que se produce nada más nacer. Con frecuencia les pregunto a las madres de los recién nacidos que están con ellas en puerperio, y a las que tienen a sus niños ingresados en nuestra unidad neonatal, cómo se encuentran, y, aunque muchas veces la respuesta de ambas es que se encuentran bien, el lenguaje no verbal es muy diferente. La mirada de las madres separadas de sus hijos recién nacidos es, en los primeros días, una mirada triste y perdida. La soledad en el posparto es uno de los principales factores de riesgo para la depresión. El bebé también reconoce esa falta y su grado de estrés y ansiedad por separación aparecerán tras la misma.

Son clásicos los estudios publicados desde el Karolinska Institutet de Estocolmo hace más de tres décadas demostrando una mejor evolución de los recién nacidos y sus madres cuando los cuidados necesarios tras el nacimiento, incluso en pacientes críticos y grandes prematuros, eran realizados en el mismo espacio donde se hallaba la madre. En nuestro entorno los avances han sido lentos, pero se han consolidado hechos como el de que las unidades neonatales deben estar abiertas las 24 horas a los padres, se facilita el contacto piel con piel desde el mismo momento del parto y la realización de canguro por parte de los padres, incluso en pacientes críticos con soporte respiratorio. La apuesta por la lactancia materna y el asesoramiento por parte de personal experto con formación específica empieza incluso antes del parto y la separación la complica. Ante tantas evidencias (o, mejor dicho, pruebas) debemos trabajar para evitar la separación siempre que sea posible, todos los servicios hospitalarios por los que transitan las madres y sus recién nacidos tenemos margen de mejora.

Una unidad neonatal nueva en un nuevo hospital nos permitirá acercarnos a los modelos de los países nórdicos. Hasta entonces, trabajando con lo que tenemos debemos coordinar los recursos materiales de nuestros espacios y revisar y actualizar las prácticas y protocolos de los centros con todos los profesionales implicados en la asistencia para ofrecer a nuestros pacientes el beneficio del conocimiento más avanzado. Idealmente, la madre y el recién nacido son un binomio inseparable.