
El PSOE y el PP solo han coincido últimamente en alabar la defensa constitucional que hizo el rey Felipe en su mensaje de Navidad, en el que justamente llamó la atención sobre «la erosión de las instituciones». (Por supuesto, los socios de Sánchez —ERC, Bildu o PNV— lo han atacado y calificado de decepcionante, como si en verdad esperasen o deseasen otra cosa, que no es el caso. Pero esto ya no constituye ninguna novedad, porque se trata de un disco rayado).
La realidad relevante es que PSOE y PP han coincidido en algo, lo que es importante, muy especialmente cuando ambas fuerzas van a mantener confrontaciones electorales de distinto rango, primero autonómicas en las comunidades que rigen los socialistas Javier Lambán, Emiliano García-Page, Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara, los cuales parecen querer librarse del lastre que pueda suponer el propio Sánchez.
Porque la realidad es que la marca Sánchez ha cedido 17 puntos en tres años, pasando de un 39,6 % de preferencia en 2019 al 22,9 % con que cuenta ahora. Lo que quizá esté llevando a los líderes autonómicos a considerar que, de seguir así las cosas, el presidente Sánchez no suma, o no suma lo suficiente, y ellos esperan que los votantes distingan entre autonómicas y generales para mayor gloria de sus respectivos liderazgos.
De todo ello parece deducirse que Sánchez tiene por delante una ardua tarea de recuperación de votantes, si quiere —¡y claro que quiere!— mantenerse en el poder. Para conseguirlo confía en la economía, es decir, en la evolución favorable de los datos venideros. Porque sabe que, por esta vía, su continuidad en el poder puede estar asegurada. Dicho en otras palabras, la economía manda, y la politiquería parece poco aconsejable, salvo si se hace con un enorme talento confundidor que, de momento, no se percibe por ninguna parte.
El brillante líder británico Winston Churchill afirmaba que «la democracia es el peor sistema de Gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás». Una frase muy citada que nos recuerda la importancia de no descarrilar en lo esencial de los procesos políticos…
¡Y aún nos queda pendiente el desbloqueo del Consejo General del Poder Judicial!