Bebidas

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

BASILIO BELLO

13 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es cierto que somos lo que comemos, pero también lo que bebemos. La cultura de la bebida es el conjunto de comportamientos sociales que rodean al consumo de alcohol como sustancia recreativa y lubricante social. Todas las civilizaciones participan de ella, salvo la islámica.

Sabemos que el consumo de alcohol provoca respuestas emocionales distintas que generan diferentes cambios en la conducta.

No es arriesgado pensar que según el tipo de alcohol que ingieran, los pueblos presentarán rasgos distintos de conducta. En un reciente estudio realizado por BMJ Open se valoró en 30.000 personas de 21 países, cómo los diferentes tipos de alcohol causan respuestas emocionales distintas.

El vino tinto y la cerveza provocan que los individuos se relajen y adormezcan mientras que los destilados hacen que se sientan enérgicos y confiados. Las distintas emociones variaban entre países, con una mayor asociación con sentirse energético, relajado y sexi en Colombia y Brasil. 

Un tercio de las personas decían que beber licores les hacía sentirse enfadados o susceptibles a impulsos agresivos; mientras que las mujeres tendían a experimentar respuestas emocionales más fuertes a los distintos tipos de alcohol, los hombres eran más propensos a sentirse agresivos cuando bebían que las mujeres. 

Sería interesante estudiar si las culturas que beben vino y cerveza presentan rasgos distintos a las que son más de whiskis, ron, vodka o aguardientes.

Apartado a parte, los licores autóctonos también imprimen comportamientos distintos; nada que ver la parsimonia del bebedor de orujo gallego con la exaltación de la ratafía catalana o la energía del pacharán navarro.

Será por eso.