No sabe quién es Tamara Falcó, el personaje más buscado en España en el 2022, según Google (dice mucho de nuestro país, ¿no creen?). No es consciente de que España hizo el ridículo en el Mundial. O de que se hacen memes sobre el streamer Luis Enrique y el porcentaje de pases inútiles dados ante Japón y Marruecos. Pero sí tiene claro que en el fútbol no «necesariamente» se gana por dar más pases que el otro, sino que triunfa «el equipo que logre anotar más goles que el contrario».
Quién hace este juicio se llama ChatGPT y es una de las sensaciones del momento. Se trata de un sistema de chat con inteligencia artificial (basado en el lenguaje GPT-3, de la empresa OpenAI) entrenado para mantener conversaciones.
¿Por qué llama la atención ChatGPT? Sorprende para bien por ser capaz de dar largas respuestas bien contextualizadas y por expresarse de manera natural en inglés y en castellano. Sabe hacer redacciones decentes. Y elabora y enmienda líneas de código informático, entre muchas otras cosas. ¿Se equivoca? Sí. Y reconoce sus errores. Le pregunté por las fronteras de Galicia y me respondió que Portugal estaba al oeste. Le advertí de que estaba equivocado, asumió el fallo y lo corrigió con un expresivo y muy humano «lo siento, tienes razón».
¿Da miedo? No. Da que pensar. Hay quién dice que estas inteligencias artificiales pueden incluso sustituir a Google, pero tal vez eso sea apuntar muy alto. Para medir su impacto futuro, conviene echar mano de la reflexión de Paul Krugman, premio Nobel de Economía y columnista del New York Times: «ChatGPT es el último ejemplo de tecnología que puede llevar a cabo tareas que hace un tiempo solo podían ser efectuadas por seres humanos con notable formación». Una gran oportunidad y todo un desafío al mundo tal y como está concebido.