Ciudadanos muertos

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

07 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta conmovedor este navajeo crepuscular de las señoras de Ciudadanos, concentradas en una batalla por el mando de un partido que ya no existe. Esa energía con la que ese extraño señor llamado Edmundo Bal le exige a Arrimadas que se marche, como si lo que estuviese en liza fuese la presidencia misma del Estado, de la galaxia o del universo entero. Esos precadáveres a goyescos garrotazos que provocan en la audiencia un interés magnético idéntico al de las historias de zombis que corren sin brazos por la parrilla. Esta entrañable y descarnada batalla entre los ciudadanos que quedan mientras Albert Rivera inaugura un centro comercial en Nigrán con un torero con parche e invitado por el Turronero se parece a ese pico de energía que sobreviene justo antes de expirar, cuando el cuerpo y el alma mantienen una última e inútil batalla frente al trance inevitable de desaparecer.

Todo resulta surreal, digno de suprema atención, una alegría para los sentidos frente al tono rascoso y agotador del Congreso. Qué inspiradora esa fiesta de Navidad de los ciudadanos en guerra, porque las tradiciones están por encima de las balas. Recuerda a aquella tregua del 25 de diciembre de 1914 cuando soldados alemanes, franceses y británicos cruzaron las trincheras para intercambiar abrazos, saludos, regalos, villancicos y partidos de fútbol, o sea, lo que de verdad importa. Se sabe que al terminar la tregua siguieron empleándose a fondo en la tarea de despedazarse, de insertar bien dentro la bayoneta a quien poco antes recibía deseos de paz y felicidad.

Así se ve desde fuera esta debacle, la de un partido que ya está muerto aunque parece que él no sabe que lo está. Como todos los muertos.