Patos chinos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

ALEX PLAVEVSKI | EFE

04 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Compartiendo mesa con un buen amigo salieron a colación las excelencias del pato en la cocina. En unos minutos hicimos un recorrido por todas sus posibilidades gastronómicas, ya sea la carcasa, el civet, el magret, los muslos, el foie… y todas sus preparaciones culinarias, que van desde las croquetas a la cassoulet, esa especie de fabada que se ha perdido el respeto a sí misma, decía Vázquez Montalbán.

Desmenuzada la lista de aprovechamientos del pato, mi amigo sentenció: «Se o porco voara…». Pois o porco que voa é o pato!, aproveitase todo. Dos de las más grandes cocinas del mundo tienen el pato como uno de sus estandartes: la francesa y la china. Las dos alcanzan experiencias sublimes, pero, personalmente, el culmen lo saboreé con un pato lacado que comí en un pequeño local de New York.

Los chinos tienen una relación milenaria con los patos que va más allá de la gastronomía; también los utilizan como armas de destrucción masiva de plagas en los arrozales, donde despliegan ejércitos de miles de patos perfectamente coordinados y dirigidos a su objetivo. China ha donado un pelotón de diez mil patos a Tailandia para combatir una plaga de langosta que estaba acabando con los arrozales.

Resulta que los patos son los mejores para estos menesteres porque un solo pato es capaz de comerse trescientas langostas al día, aparte de un montón de caracoles y larvas, que también destruyen los cultivos.

En el año 2000, un ejército de 700.000 patos fue enviado a Xinjiang para hacerse con el control de los enjambres de langostas que devoraron más de 3,8 millones de hectáreas de cultivos y pastizales. Además, los patos son gregarios, lo que hace más fácil pastorearlos y dirigirlos al enemigo con precisión relojera. Van como ovejas, no como cabras.

La estrategia es redonda, en tanto que favorece a los criadores de patos, que obtienen alimento gratuito y abundante; y, al mismo tiempo, a los agricultores, que ven sanear sus cultivos sin coste alguno en plaguicidas insostenibles.

Hasta aquí todo muy razonable y eficaz, pero lo que mosquea es por qué los chinos donan tantos patos, dado que la generosidad china siempre tiene un rédito de ganancia muy a largo plazo que a los occidentales se nos escapa. Mosquean las generosas ayudas e inversiones en infraestructuras que realizan en África.

Sepan que los chinos han construido su propia estación espacial, donde ya han cultivado un arroz galáctico resistente a todo con el que ya han plantado miles de hectáreas en Buján (solo escribirlo me da arrepío). Estos son capaces de vendernos el arroz sideral a cañón y, si te niegas, venderte los patos para que no gastes en plaguicidas.

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