Caso Alvia: no es posible el símil con la carretera

Jesús Domínguez PRESIDENTE DE ASOCIACIÓN PLATAFORMA VÍCTIMAS ALVIA 04155

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

29 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo de las sesiones que llevamos del juicio, en varias ocasiones diferentes personas, entre ellas el exdirector de Seguridad en la Circulación imputado en la causa, Andrés Cortabitarte, han comparado un tren y una línea de alta velocidad con un vehículo circulando por una carretera. Hemos oído hablar de camiones, autobuses, coches, rotondas, puertos de montaña, etcétera.

Por respeto a los 80 muertos, a los más de 140 heridos y al conocimiento técnico y científico, se debería ser más riguroso. No se trata de ser expertos ferroviarios, yo no lo soy, pero sí al menos de evitar una comparación que no se sostiene. Pero ya que algunos se empeñan en hacerla, la haremos de forma racional:

En un vehículo por carretera está prohibido hablar por teléfono sin un sistema de manos libres. Mirar el teléfono, descolgar y atenderlo puede producir un despiste de consecuencias catastróficas. El tren Alvia llevaba varios teléfonos corporativos y no estaba prohibido hablar, es más, había que atenderlo y su uso no estaba normativizado.

En autopista, la velocidad de un vehículo a motor está limitada a 120 km/h para un coche, 100 para un autobús y 90 para un camión. El Alvia tenía que circular a 200 km/h antes de la curva para poder cumplir con el horario. A esa velocidad, en solo 9 segundos el Alvia recorre 500 metros, el doble que un autobús.

Un vehículo en carretera circulando a su máxima velocidad tardaría en detenerse entre 100 y 150 metros. Un Alvia necesita al menos 2 kilómetros. Si sustituimos el tren por un autobús y su conductor frenara, tal y como ocurrió el día de autos, al salir del túnel y ver la curva, un autobús se detendría sin problemas. Los 87 kilómetros de la línea de alta velocidad Ourense-Santiago costaron a la ciudadanía alrededor de 2.327 millones, el sistema de seguridad ERTMS que se desconectó costó unos 160 millones y la reforma de los Alvia unos 78 millones. Cifras y sistema de seguridad que no tienen nada que ver con un vehículo y una carretera. Por no hablar del número de pasajeros que transporta un Alvia.

El ferrocarril, a diferencia de la carretera, tiene unas normas mucho más exigentes en cuanto a la gestión de la seguridad y riesgos. La sociedad, dada la inversión en los sistemas ferroviarios de alta velocidad y participando de normas europeas exigentes con la seguridad, tiene una baja tolerancia a los accidentes ferroviarios. Dado que es conocido que los humanos cometemos errores con muchísima frecuencia, esa normativa incluía el control efectivo de esos riesgos.

Incluso si admitiéramos la comparación (que no la tiene) y nos olvidásemos de la gran diferencia en normativa de gestión de seguridad, en carretera, cuando hay una reducción pronunciada de velocidad por la presencia de una curva con un muro o un peaje, encontramos señales escalonadas de reducción de velocidad e incluso badenes y señales luminosas en amarillo o rojo, no en verde. En Angrois había una reducción de velocidad de 200 a 80 sin ninguna señal ni baliza que indicara la reducción, y con la paradoja de encontrarse un semáforo en verde. La seguridad consistía en que los maquinistas se acordaran de frenar 4 kilómetros antes tomando diferentes referencias: una casa, un chalé con piscina o una señal avanzada.

Esto decía Christopher Carr, jefe de seguridad ferroviaria de la Agencia Ferroviaria Europea en el Congreso: «Conducir un tren es algo complicado, difícil, muy distinto a un vehículo de motor, y por eso la predicción de los tramos y la línea es muy importante». Y añadía que «desde el punto de vista de la seguridad siempre tiene que establecerse un sistema múltiple de protección, de manera que, si uno falla, haya otros sistemas de protección. En este caso solamente había una barrera para proteger y era el propio conductor, el maquinista, y eso es un error».

La gestión de la seguridad ferroviaria en la líneas de alta velocidad es exigida por normas europeas para todos los países miembros y las inversiones que costeamos son millonarias. Por favor, dejemos de hacer comparaciones absurdas, para que así se pueda hacer justicia y depurar todas las responsabilidades.