Serrat y Catar

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

FRIEDEMANN VOGEL | EFE

19 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Detrás de los cristales llueve y llueve». La balada de otoño de Serrat suena una y otra vez en mi hilo musical interior. Lo típico, asociación de ideas. Será porque esta semana participé en un taller formativo en el que el consultor nos contó que su abuela tenía un hotelito en una playa al que iba el Nano a tocar la guitarra, echarle unos tragos de whisky y a componer Mediterráneo. Y además llueve de verdad. La AP-9 se hace difícil de circular con tanto aguacero y con tanto peaje. Parece que los camiones quieren tragarte y te lanzan cortinas de agua cegadoras para amedrentarte y decirte que no eres nadie en tu utilitario. Que como te despistes te engullen y te dejan tan reducido a amasijos que solo te podrán reconocer con un análisis de ADN. Pero no es esa la lluvia más inquietante, pues con cierta prudencia y grandes dosis de paciencia puede uno alcanzar sano y salvo la cabina en la que te fríen los siete euros del ala. Es esa otra lluvia la que arrecia inmisericorde en el día a día: los médicos comunistas, los jueces machistas, las refriegas por la reforma del Código Penal, Melilla, el poder judicial descabezado y demás apocalipsis alimentadas hora a hora con indigestiones tuiteras cada vez más difíciles de deglutir. Y para completar tanta inundación viene la feria futbolística de Catar, ese modelo de democracia y de igualdad de género en el que jugadores y espectadores han de acudir a los estadios con pinzas en la conciencia. En fin, arrecia en plena concordancia de los contrarios, que diría Heráclito. Escucho en la radio que los opuestos se necesitan, como los dos extremos de un puente, para aguantar los unos de los otros. El consultor nos enseña que empatizar no es justificar. Un esfuerzo agotador.