Hay un Van Gogh en mi sopa

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

JUST STOP OIL HANDOUT | EFE

16 oct 2022 . Actualizado a las 13:03 h.

El penúltimo grito en postureo se escenificó en la National Gallery, en Londres. Y no fue precisamente el de Munch. Dos presuntas ecologistas lanzaron una lata de sopa Heinz sobre Los girasoles. Y no es que intentaran hermanar a Van Gogh y Andy Warhol con argamasa tomatera. Protestaban por los proyectos petrolíferos y gasísticos del Reino Unido. Seguramente habrá algún punto intermedio entre el acto y la reivindicación que se nos escapa a una parte de la humanidad y que está clarísimo para estas activistas. Pero es posible también que las dos hayan sobrestimado el efecto mariposa. O lo hayan pervertido. Parece improbable que arrojar un mejunje prefabricado sobre el vidrio protector de una pintura icónica cambie la política sobre combustibles fósiles del Gobierno británico. Más bien, todo lo contrario. El ataque entrará en el saco de los negacionistas del cambio climático, que recolectan de todo. Será un argumento más para ellos. «¿No lo veis? Están locos. La naturaleza se recalienta sola porque es sabia. Y el hombre es tonto. Ahí tenéis otra prueba más». Tanto va el cántaro a la fuente de la tontería, que un día alguien ocasionará daños irreparables a una obra maestra en nombre del Amazonas, de la Antártida o del lince ibérico. Se quedará a gusto con su buena dosis de fama mundial (volvemos a Warhol). Se creerá el híbrido perfecto entre David Attenborough y Madonna, todo ecología y provocación. Pero cometerá una enorme injusticia contra todos: la obra, el artista, el lince, el Amazonas y todos sus congéneres. En fin, que será otra puñalada contra aquellos que intentan, desde la ciencia y la lógica, que nuestro mundo dure más. Y mejor.