El batallón 101

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

GLEB GARANICH | REUTERS

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El 13 de julio de 1942 los miembros del batallón de reserva policial 101 se levantaron antes del alba para llegar en camiones a Józefów (Polonia). A su llegada, el comandante Wilhelm Trapp les informó de la misión: localizar judíos y matarlos a tiros. En la arenga previa abrió una salida: si alguien no está dispuesto a ejecutar la orden, puede dar un paso atrás y no sufrirá represalias. De los 500 hombres, solo lo dieron doce. Tras dar la orden, el comandante Trapp desapareció del escenario. Acabada la jornada, el batallón había ejecutado una a una a 1.500 personas.

Ante el rápido avance alemán sobre Polonia y Rusia, el mando creó estos cuerpos para asegurar la retaguardia y «limpiar» las zonas invadidas para que colonos alemanes encontrasen el espacio que merecía una raza superior.

La historia del batallón 101 la relata el historiador americano Christopher Browning en su libro Aquellos hombres grises, quien apunta que todos eran gentes corrientes como usted y como yo. Durante la masacre, más del 20 % de los hombres se escaquearon ocultándose en el bosque donde cavaban las fosas; al regresar nadie habló del tema y se emborracharon pegando tiros al aire en sueños. El estrés pasó factura entre los policías y se encomendó la tarea a los trawnikis, gentes reclutadas entre prisioneros ucranianos, letones y lituanos, aunque más adelante el batallón siguió con el trabajo asesinando a más de 42.000 judíos en la fiesta de la cosecha de Lublin, una masacre mayor que la de Babi-Yar en Kiev. Grosso modo, ejecutaron a más de 83.000 judíos uno a uno.

Hoy, aquellos que fueron víctimas se han convertido en verdugos, pero no de su enemigo, sino de su propio pueblo, al que captura en provincias lejanas y pesca en cárceles y manifestaciones pacíficas en una suerte de leva macabra para enviarlos a la picadora de carne del frente ucraniano. Ellos también quieren liberar espacios para asentar su población y agrandar su imperio de oro y gas.

El batallón 101 de Putin lo forman jóvenes normales y corrientes, como usted y como yo, que ejecutan la orden de capturar a otros jóvenes compatriotas como usted y como yo, mandados por una autoridad aparentemente civilizada a la que no le asiste el recuerdo de su sufrimiento pasado. Enviando a sus gentes a mitad de camino entre ninguna parte y el olvido.

«Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón» (Jorge Luis Borges). Que la historia no olvide al maltrecho pueblo ruso, a quien siempre le toca bailar con los más feos y crueles padres de la Patria.