La bicicleta de Tolstói o la inadecuación de la edad

Cristina Gufé ESCRITORA Y LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

OPINIÓN

María Pedreda

06 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se nos advierte de que nos mantendremos jóvenes mientras conservemos la curiosidad y el afán por aprender. Son muchos los casos de personas de edad avanzada que alcanzan logros sorprendentes: un título universitario con más de noventa años, una obra artística cuando ya se podría considerar que no es posible, grandes empresas, etcétera. Relacionamos el aprendizaje con los primeros años y la juventud, pero el ser humano siempre puede cambiar y desarrollarse. Conocemos la teoría, llevarla a la práctica no es lo habitual; hacerlo lleva consigo mucho coraje porque la vida no siempre nos pone las cosas fáciles, sino todo lo contrario.

León Tolstói nos recuerda que una parte importante de nuestra insatisfacción se debe a que «no nos gusta lo que hacemos». Él mismo es un ejemplo de capacidad de aprendizaje y fortaleza interior para iniciar un nuevo rumbo a pesar de la adversidad. Un mes después del fallecimiento de una de sus hijas a los siete años, la Sociedad Moscovita de Amantes de los Velocípedos le regaló al escritor una bicicleta y un curso para aprender a manejarla. Poco después, cuando tenía 67, se paseaba por los alrededores de su casa ante la sorpresa de los vecinos, que le veían practicando una actividad que no parecía propia de un aristócrata.

Además de la flexibilidad mental que muestra el ser humano al conseguir esta destreza, la bicicleta se convirtió en símbolo; incluso contribuyó a la emancipación de la mujer, ya que al conducirla podía dejar de utilizar prendas incómodas.

Los niños a veces se sienten excluidos del mundo adulto, que observan con distancia. Hay situaciones, trabajos, para los que se nos considera demasiado jóvenes, y cuando nos descuidamos ya somos mayores y no nos aceptan por sobrepasar «la edad ideal», que no sabemos cuál es. Resulta difícil estar reconciliado con la edad; con cada cumpleaños comienza el tránsito hacia el siguiente. No somos capaces de trazar la línea correcta en la que debemos perseguir nuestros sueños, porque ellos no respetan. Así, teniendo en cuenta que la edad casi nunca es la adecuada, podemos concluir que cualquiera es buena para realizarnos; lo único que se precisa es decisión y valentía para emprender camino.

La voluntad del autor de Guerra y paz o Ana Karenina para iniciar su aprendizaje en un transporte no solo útil, sino simbólico, debería servir de ejemplo para no dejarnos doblegar por las imposiciones de las circunstancias, tantas veces dolorosas, y mantener siempre la fe y la esperanza. Algo que a Tolstói sí le gustaría.