Los anuncios habían pasado a la historia en la nueva tele. A cambio de un puñado de euros, de una suscripción, el usuario se convertía en soberano: podía ver lo que quisiera cuando quisiera, sin mensajes publicitarios. Nos lo dijeron todas las plataformas. Y nos lo creímos.
Nos acostumbramos a saltar las escenas de apertura y a prescindir de los títulos de crédito para enganchar un capítulo tras otro, sin interrupciones. Pero ese paradigma ha cambiado. La guerra por dominar el mercado del entretenimiento televisivo digital es cara, muy cara (El señor de los anillos: los anillos del poder, que se estrena hoy en Amazon Prime, es la serie más costosa de la historia). Y eso ha obligado a los reyes del streaming, Disney, Netflix (que ha perdido suscriptores por primera vez en diez años) o HBO a poner en marcha planes alternativos y tarifas con publicidad, más baratas, pero con funciones limitadas.
Aún no conocemos todos los detalles, pero sí ha trascendido una cifra mágica: cuatro minutos por hora. Es el tiempo que las plataformas pretenden reservar para la publicidad, menor que en la tele convencional. Y que pueden aparecer antes o durante los visionados (¿En momentos clave?). ¿Qué tipo de productos se exhibirán? En principio Disney+ cerrará la puerta en Estados Unidos a los mensajes políticos y las bebidas alcohólicas. Y Netflix quiere excluir los espacios infantiles. Hay límites. ¿Los mantendrán si empiezan a ganar mucho dinero?