La batalla por el Magreb

Claudia Luna Palencia
Claudia Luna Palencia POR LA ESPIRAL

OPINIÓN

María Pedreda

30 ago 2022 . Actualizado a las 12:28 h.

Todo se ha dinamitado con la invasión de Rusia a Ucrania desde hace ya más de seis meses, porque el Kremlin ha decidido confrontarse contra la Unión Europea (UE) y, como parte de este escenario, África también juega un papel relevante para los apetitos rusos, y no se diga ya para los chinos.

La visita de Serguéi Lavrov a Argelia, el pasado 10 de mayo, con motivo del 60 aniversario del restablecimiento de las relaciones entre el país norteafricano y Rusia, motivó una visita del canciller ruso para ver en persona a Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia. Nada más significativo en medio de los roces que España lleva acumulando en los últimos meses por el tema del Sáhara Occidental.

Las ambiciones colonialistas rusas y chinas en el continente africano para el siglo XXI son profundas, han llegado en forma de vacunas anticovid, de medicamentos, de financiación e inversiones. La nueva Ruta de la Seda del mandatario chino, Xi Jinping, tiene en varios países africanos proyectos clave de infraestructura para explotar los recursos naturales y crear redes de comunicación para facilitar el traslado de las mercancías chinas.

Rusia mira a África con su visión geopolítica y militar: el negocio de la venta de armas, las bases militares, la filtración del grupo Wagner (organización paramilitar privada de origen ruso) en diversos conflictos maniobrando a favor de los intereses del Kremlin en la región... La cumbre de Sochi —octubre del 2019—, con 43 líderes africanos acudiendo a un besamanos con el dictador ruso, Vladimir Putin, es un punto de inflexión relevante para los apetitos imperialistas de Moscú. Putin no puede ocultar más que esa «vuelta a la grandeza» de Rusia que él pretende, mantiene jugadas estratégicas no solo en Europa, también en América Latina, Asia y África.

En medio, los europeos caemos como niños imberbes en todas las trampas. Esa Europa que ya una vez planearon repartirse, Adolf Hitler y Josef Stalin, hasta que ambos dictadores decidieron traicionarse porque recelaban el uno del otro. La vuelta del ciclo: en medio de esta dialéctica atroz, Moscú lleva años poniendo el ojo en recuperar territorios en Europa. Para Putin el tamaño importa, cada potestad territorial suma en lo militar y en lo geopolítico.

Con el Magreb hay actualmente muchos intereses ocultos, tanto internos de los propios territorios que lo conforman (Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y el Sáhara Occidental) como de las potencias externas. Fundamentalmente China y Rusia, porque Europa hace tiempo que dejó sus intereses colonialistas en un continente que le da más problemas migratorios que alegrías.

El presente conflicto diplomático en el que España está viéndose envuelta con Marruecos y con Argelia en realidad tiene en el fondo de la botella la disputa por el Magreb, entendida esta como una región con importantes salidas hacia el Mediterráneo norte y el oeste del Atlántico y con el Sáhara como regalo.