La razón de la ratio

Nieves Delgado PROFESORA DE FÍSICA EN EL IES MARÍA CASARES DE OLEIROS

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

29 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es curioso que cuando en los medios de comunicación se habla de «expertos» en educación, casi nunca se hace referencia al profesorado. De hecho, la voz de las personas que ejercen la docencia suele ser ignorada, cuando no directamente despreciada, sobre todo por las administraciones educativas. Y eso que son las únicas personas que saben lo que ocurre de verdad en las aulas.

Es cierto que la voz del profesorado no es única, que hay múltiples interpretaciones y sensibilidades en torno al proceso de enseñanza, pero si en algo está de acuerdo la práctica totalidad del profesorado (y digo «práctica» porque dejo la puerta abierta a alguna disidencia para mí desconocida) es en lo imprescindible de una medida concreta: la bajada de ratio en las aulas.

La ratio no es más que la relación alumnos/docente por aula, y el profesorado lleva años demandando su reducción, con el consiguiente desdén de la Consellería de Educación. También las redes se llenan de comentarios del tipo «cuando yo estudié éramos cuarenta en clase y no había problema»; pero en realidad sí que lo había, aunque tú no eras consciente.

La escuela de hoy no es la escuela de hace cuarenta años. En aquella no se atendía a la diversidad en las aulas ordinarias. Era un sistema en el que si «valías», salías victorioso, pero si tenías el más mínimo problema quedabas rezagado y se te abandonaba a tu suerte. Hoy tenemos diversidad en las aulas e intentamos atenderla, a pesar de la falta de recursos, de los continuos recortes y de las negativas institucionales a aportar medios. A día de hoy, pienso sinceramente que la Administración no cree en la diversidad, aunque luego sí se cuelga la medalla de la inclusión ante los medios.

La sociedad ha evolucionado, hoy sabemos que tener en el aula alumnado con necesidades educativas especiales (espectro autista, disfunción psíquica o motora, síndrome de Down…) es bueno no solo para ese alumnado, sino para todos los demás, que aprenden a convivir con la diferencia y a respetarla. Sabemos que el alumnado con dislexia, hiperactividad, déficit de atención, etcétera, puede mejorar su rendimiento si lo atendemos de manera adecuada. Pero eso no se puede hacer en aulas masificadas, es así de sencillo. Necesitamos menos alumnado en el aula, necesitamos profesorado especializado para tratar algunos de esos casos, y necesitamos la complicidad de la sociedad para reclamar una enseñanza de calidad frente a una Administración absolutamente indolente.

Necesitamos, en resumen, que se nos escuche.