El fin de la guerra en Ucrania

Jorge Quindimil COORDINADOR DEL GRADO BILINGÜE EN RELACIONES INTERNACIONALES EN LA UNIVERSIDADE DA CORUÑA

OPINIÓN

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Medio año en guerra en Ucrania y no se ve el final. Es imposible vislumbrar cuándo y cómo terminará, por lo imprevisible de los beligerantes en combate y por lo incierto de las repercusiones económicas. Lo único cierto son las consecuencias humanas, pero la muerte y la destrucción no son factores que pongan fin a ninguna guerra, salvo que los muertos sean propios y no ajenos. Así es el ser humano

La sorpresiva agresión de Rusia el 24 de febrero fue seguida de la aún más sorpresiva defensa ucraniana que galvanizó a todo el país y a medio mundo, al tiempo que ponía a Putin frente a sus errores y debilidades. La situación de estancamiento al que parece haber llegado la guerra deja abiertos tres escenarios: victoria ucraniana, victoria rusa y acuerdo de paz. El factor clave de la guerra es el tiempo.

Putin buscaba una victoria rápida que le permitiese ocupar toda Ucrania. Tras ese fracaso, cambió su estrategia temporal y territorial buscando una guerra larga y en el Dombás. Ucrania sigue resistiendo gracias a su moral alta y al envío de armas desde Occidente, pero el tiempo puede jugar en su contra. Las guerras largas contribuyen a minar la fuerza y la moral de las tropas. Decía Sun Tzu en El arte de la guerra que «si las operaciones se prolongan y la victoria tarda en llegar, la eficacia de las armas se desgasta y el ardor de las tropas declina».

Una guerra larga puede beneficiar a Putin, especialmente si llega el invierno y se hace más fuerte con su gas, pero, si se alarga demasiado, puede perjudicarle. «Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue mucho tiempo», según el estratega chino. Aunque el Ejército ruso tenga una fuerza militar superior, una guerra larga aumentará su pérdida de efectivos y de recursos, dejando su posición más debilitada. La maltrecha economía rusa está sufriendo daños muy severos por las sanciones, como revela un reciente estudio de la Universidad de Yale. Solo la retirada de empresas y de inversión extranjera representa el 40 % del PIB ruso.

El envío de armas a Ucrania ha sido decisivo para evitar la victoria de Putin, al equilibrar las fuerzas en el campo de batalla. Si la guerra se alarga, podría acabarse antes el arsenal ruso que el occidental, pero ¿hasta cuándo enviaremos armas? El compromiso de Occidente con los valores de paz y democracia en Ucrania se pondrá a prueba cuando choque con nuestros intereses. La ciudadanía —en EE.UU. y en Europa— apoya las sanciones y el envío de armas, pero la situación podría cambiar si aumenta el impacto de la guerra. En España, el 50 % de ciudadanos dicen verse ya afectados por las consecuencias de la guerra y el 70 % no están preparados para la inflación.

Un acuerdo de paz parece lejano, pero podría alcanzarse si se desequilibra cualquiera de los factores militares o económicos. La fragilidad de los combatientes y del escenario internacional puede hacer que la paz llegue igual que la guerra, por sorpresa.