Debate: ¿Qué consecuencias tiene para los animales la forma en la que los humanizamos?¿Puede ser otra forma de maltrato animal?

Desde hace un par de años se ha incrementado la tendencia de vestir a nuestras mascotas como niños o darles de comer lo mismo que a nosotros.¿Es realmente sano para ellos cambiar sus necesidades biológicas?

El presidente de la Asociación Nacional Española de Protección y Rehabilitación Animal (Anerpa), Javier Rodellar, y la bióloga y técnica de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales(Faada), Alodia Mora López, abordan en este debate los efectos negativos que tiene para los animales que se les asignen características o cualidades propias del ser humano. Ambos coinciden en que es una forma de invisibilizar las necesidades de su especie, lo que genera ciertas carencias que derivan en problemas de salud. 


No son mascotas, y tampoco niños

Desde hace unos años estamos asistiendo a un fenómeno preocupante en torno a los animales que habitualmente nos acompañan a diario en nuestras vidas, mal llamados mascotas. El número de animales de compañía ha crecido enormemente hasta llegar a que, al menos, hay uno en casi el cincuenta por cien de los hogares españoles.

Las causas son diversas y variadas: intento de sustituir la paternidad/maternidad, el confinamiento por la pandemia, las modas, problemas afectivos, la soledad, etcétera.Pero hay una consecuencia de este aumento del número de animales que es muy preocupante: la atribución a nuestros compañeros de necesidades, cualidades y rasgos como si fueran seres humanos.

A diario vemos como hay personas que visten a su compañero como si fuera un niño, que le dan de comer lo mismo que comen ellos, otros que quieren convertir a animales carnívoros en veganos, etcétera. Y así podríamos seguir identificando comportamientos en los que se impone al animal una serie de comportamientos que van en contra de sus necesidades reales y que acaban generando graves problemas en ellos.

Quizás una de las formas de humanización más habitual hoy en día es la compra, adopción, regalo, o cualquier otra forma de llegada de un animal a nuestro hogar, de animales separados prematuramente de su madre y/o hermanos. En muchos casos como sustitución a tener un hijo, se quiere que sea cuanto más pequeño mejor, tratándole como si se tratase de un bebé humano, sin reparar en que le estamos privando de un aprendizaje junto a su madre y hermanos en una fase primordial para su pleno desarrollo psicológico. Y esta privación suele generar consecuencias negativas cuando no nefastas.

Otro grave error es no permitir que sus animales satisfagan adecuadamente las necesidades de su especie, como ejemplo, esos perros que vemos demasiado a menudo que no bajan de los brazos de su humano, que no se relacionan con otros congéneres o que no se les deja olfatear. Esta insatisfacción genera estrés e infelicidad en estos animales produciendo comportamientos indeseados como miedo, agresividad, ladridos, etcétera.

Una tendencia actual también es la alimentación vegana impuesta a gatos y perros, sin valorar que los primeros son carnívoros y los segundos omnívoros. En estos casos, lo que es una decisión personal del humano se convierte en una imposición al animal, que además va en contra de su naturaleza y sus necesidades. Tenemos que entender que querer a nuestros compañeros no es tratarlos como si fueran niños, y menos usarlos para sustituirlos. Cada especie tiene unas necesidades físicas y psicológicas, y no permitir que nuestros compañeros las satisfagan no deja de ser una forma de maltrato y una muestra del egoísmo de algunos humanos.

Etólogos, veterinarios, adiestradores, etcétera, vienen avisando desde hace tiempo de las consecuencias de humanizar a los animales, pero la tendencia va en aumento, principalmente a causa del auge de las redes sociales, donde circulan miles de vídeos en los que se somete a los animales a comportamientos anómalos para la obtención de cuantos más «me gusta» mejor.

Autor Javier Rodellar Presidente de la Asociación Nacional Española de Protección y Rehabilitación Animal (Anerpa)

Les obligamos a vivir como nosotros

Los animales con los que convivimos son parte de nuestra familia y, en ocasiones, para poner en valor el amor que sentimos hacia ellos, caemos en el error de humanizarlos. La humanización de los animales consiste en tratarlos y considerarlos como animales humanos, es decir, pensar que tienen exactamente las mismas necesidades que nosotros y actuar en función a eso, anulando su realidad. Olvidamos que tienen una naturaleza propia y por lo tanto unas necesidades biológicas diferentes a las nuestras que tenemos que respetar.

Si leemos las señales de los animales únicamente con ojos humanos, sin pensar que tienen otra forma de comunicación, lo que conseguimos es invisibilizar sus obligaciones: físicas, comportamentales, afectivas o sociales, entre otras. Existe un abanico muy amplio de menesteres y, aunque pensemos que proporcionándoles lujos u otras comodidades, que de forma general complacen a humanos, no tan solo no estamos cubriendo sus penurias si no que les estamos perjudicando al alejarlos de su propia naturaleza. Si esto sucede, es decir, si los humanizamos y los tratamos como si fueran humanos, les podemos provocar grandes problemas en su salud, tanto física como emocional, debido a las carencias que tendrán: problemas de salud derivados de una alimentación inadecuada para su especie, estrés por falta de enriquecimiento ambiental o por imposibilidad de mostrar su comportamiento natural, o inseguridad por falta de sociabilización, entre otros. Además, estos problemas pueden conllevar problemas de comportamiento que pueden derivar en una convivencia complicada e incluso acabar con el abandono del animal por falta de responsabilidad de su compañero humano.

Eliminando la visión antropocentrista hacia los animales que conviven con nosotros, podremos entenderlos y acompañarlos, tal y como lo hacen ellos con nosotros, y así podremos establecer relaciones equilibradas y respetuosas. La humanización afecta a cualquier animal que conviva con nosotros, sea la especie que sea. Así pues, también es muy importante informarnos sobre su naturaleza y necesidades antes de adoptar a cualquier animal, a fin de tener la certeza que podremos cuidarlo y mantenerlo como corresponde para garantizar tanto su bienestar físico como psicológico. Por estas razones es tan importante visibilizar a las familias multiespecie. Así, juntos, podremos ser conscientes de que pueden formar parte de nuestra familia sin tener que ser humanos.

Como venimos investigando en Faada desde nuestro departamento de animales domésticos, las nuevas corrientes de interacción y parentinnovación en los vínculos como la ética afectiva, donde se nos invita a responsabilizarnos de cada vínculo que establecemos desde el cuidado mutuo, la honestidad y el respeto, los animales tienen mucho que aportar, puesto que suponen relaciones sanas y satisfactorias que nos cuesta conseguir en otros ámbitos de la sociedad humana o en nuestra vida diaria.

En cualquier caso, lo interesante es evitar ponernos en el centro de la cuestión, pensando que cualquier cosa que es positiva para nosotros también lo es para el resto de las especies, y empatizar con los demás animales, sin necesidad de que tengan que ser humanos para merecer amor, respeto y cuidados. Todos los animales son seres sintientes con su propia realidad y sociabilización, y no tienen porqué estar a un nivel menor que el de seres humanos.

Los animales no humanos tienen derecho a serlo y nosotros no podemos obligarles a que se relacionen o vivan de la misma forma que lo hacemos nosotros. Entender y validar su forma de vida implica respetarlos y protegerlos, así podremos proporcionarles un espacio seguro donde cuenten con alimento, socialización y enriquecimiento ambiental adecuado para su especie, y esa es la mayor muestra de afecto que podemos devolverles.

Autor Alodia Mora López Bilóloga y técnica de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada)
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