Ya sé que es difícil perder un debate en el que no participas. Pero los cantos de sirena exagerados que sobre Feijoo se han escuchado en casi toda la prensa de Madrid tras el debate obligan a bajar a la realidad al que fue presidente de los gallegos. Le queda mucho por hacer y el debate no fue ese paseo militar para la oposición que tantos subrayaron. Han puesto a Cuca Gamarra por las nubes para seguir abonando el viento favorable de las encuestas.
Cuca Gamarra, salvo el golpe de efecto de ese minuto de silencio por las víctimas del terrorismo en el aniversario de Miguel Ángel Blanco, no estuvo fina. Se supone que fue Feijoo quien la teledirigió y a su lado estaba sentado tomando notas como alumno aplicado de presidente. Llegaba con el minuto de silencio. No hacía falta ese cambio de guion que los llevó a la derrota dejando de lado la economía y centrándose en ETA, aunque estuviéramos en fecha tan señalada por el crimen canalla de Miguel Ángel Blanco. ETA hace once años que no existe. Hablar tanto de la banda dejó al PP sin tiempo para lo que parece que era su guion inicial y el que de verdad le preocupa a los españoles: la economía, la inflación que nos tiene en coma a los ciudadanos.
Es ese estado catatónico de los bolsillos lo que hace que Feijoo salga en las encuestas cada vez más cerca de la Moncloa. El PP, debió de ser contundente con los números infrarrojos del Gobierno con una deuda pública que ya supone el 118,4 % del PIB. ETA fue un drama. Y hay mucho que hacer para honrar a las víctimas, pero no debió de ser el eje del discurso.
Tampoco se comprendió la mudez de Feijoo que casi lo convirtió en estatua al lado de Gamarra. Faltó un intercambio de ideas fresco y sano para que las réplicas fueran réplicas a los ataques duros de Sánchez, que hay que reconocerle que estuvo ágil en los golpes. Brillante en su sugerencia de cuándo propondrá la derecha un Imserso con viajes a Bora Bora o, tras las becas de Ayuso para ricos, ayudas para llenar el combustible de los yates. No se puede responder a ataques a la yugular con una lectura continuada del guion que ya venía escrito.
Sánchez no solo estuvo brillante. Tomó posición, algo clave en política. Una posición demagógica, los impuestos a los ricos, pero un lugar con el que consigue reforzar el apoyo de sus socios y, por tanto, aliento para la legislatura. No es poca cosa. No sale Sánchez más debilitado. Fue el PP el que no exhibió ni posición ni explicó alternativa. Frente al despliegue podemita de Sánchez, no hubo en caliente posicionamiento del PP.
Feijoo no será presidente sin hacer nada esperando a que Sánchez caiga de maduro. Una presidencia solo se gana dando cada batalla para triunfar en la guerra. Feijoo perdió la batalla del Estado de la Nación. Encima dejó que Abascal se pusiese las botas centrando su discurso con el caos económico, con medidas trimestrales que para nada arreglarán un problema estructural que pide reformas fiscales y un gobierno austero y mucho más barato. Donde el PP calló, Abascal golpeó.
El PP ha perdido la primera oportunidad. Esperemos que no sigan escuchando a los que les aconsejan que el partido ya está ganado antes de jugarlo.