La presidenta madrileña ha dado una vuelta de tuerca más a su concepto de libertad: ahora incluye también conceder ayudas para estudiar el Bachillerato en la privada a las familias con rentas de más de 100.000 euros anuales, hasta 179.565 si tienen tres hijos. Ayuso lo llama libertad educativa. Para entender la justificación de esta medida se necesita ser experto en «ayusadas» y «trumpismo»: «Veo sorprendente que puedas cambiar de sexo o abortar al margen de tus padres y que, sin embargo, no puedas optar a becas en bachillerato o FP si tus padres tienen un nivel adquisitivo u otro, y que tu esfuerzo no cuente». ¿Becas? Manzanas traigo. El salario medio en Madrid es de unos 29.000 euros. La lideresa no tiene nada claro qué es y para qué sirven las becas, que ella llama ayudas. Será cosa de la libertad. El control y la gestión de las ayudas corresponderá, claro está, a empresas privadas. Algunos malpensados ya estarán diciendo que familiares, amigos y demás comisionistas se frotan las manos a la espera de que les caiga algo con seis cifras. Esta Ayuso es la misma que decía hace menos de un año que no podía «regalarle a todo el mundo la educación» porque «no es sostenible» para el sistema. Es decir, que tampoco tiene nada claro para qué sirven los impuestos ni que la educación pública no es gratis, sino que la pagamos los contribuyentes. Es la misma también que recorta en educación y sanidad públicas al tiempo que defiende con entusiasmo las privatizaciones y las bajadas de impuestos, que siempre benefician a los poderosos. Ayuso es una especie de Robin Hood a la inversa, como ya se ha dicho, que subvenciona a quienes no lo necesitan con los recursos públicos. Será la libertad entendida a la madrileña.