Falta valentía

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

04 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las opiniones del Banco de España las utilizamos a nuestra conveniencia. Como todas las demás. Cuando nos presentan un panorama desolador de nuestra economía, se utilizan como dardo contra quienes nos gobiernan. Y cuando son favorables, se utilizan como defensa. Pero cuando las opiniones desacreditan a unos y otros, y van en defensa de los intereses generales, no se les presta atención porque no interesan.

Es lo que ocurre con las propuestas de la entidad para tratar de hacer frente al impacto de la disparada inflación. Que nos está amargando la vida. El gobernador, Hernández de Cos, dio la receta que no parece imposible. Consiste en repartir equitativamente las cargas del incremento de los costes, estableciendo una contención de los márgenes empresariales, que se combinaría con un equilibro de salarios. Porque son los que se llevan la peor parte, deteriorando las economías familiares, al no haber sufrido incrementos sustanciales.

La fórmula coincide, entre otras, con la del Banco Central Europeo. Una de sus miembros del comité ejecutivo aseguró que hay que fijar los márgenes de beneficios porque las ganancias empresariales «fueron un contribuyente clave de la inflación». A este respecto conviene no olvidar que el pasado año solo las empresas del Ibex incrementaron sus lucros el 20 % hasta los 58.543 millones de euros. Y que las eléctricas, motor de la inflación, cerraron el 2021 con un beneficio neto conjunto de 11.054 millones de euros. Un 226 % más que en el 2020.

Cierto que, contra lo que pudiera parecer por el ruido que tenemos, España no es el país europeo más castigado por la inflación. Pero allá cada cual con su problema. El Banco de España, que algo debe de saber de todo esto, ha dicho lo que hay que hacer, aunque sin tener muy en cuenta que los salarios no han evolucionado. Ya se sabía. Y lo sabían los que tienen que saberlo. Pero ahora lo ratifica nuestro banco central. Aunque lo mismo da. Porque, una vez más, no habrá el coraje suficiente para aplicar el antídoto. No hay quien ose ponerle el cascabel al gato limitando los obscenos beneficios empresariales de artículos de primera necesidad.