Demasiado complacientes

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

SERGEY DOLZHENKO | EFE

01 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos ocurre siempre, por muy dramática que sea la situación. Vivimos la experiencia en catástrofes naturales, como Haití o Irán, y en guerras como Irak o Afganistán. Empezamos con un gran ímpetu y vamos bajando la tarea hasta prácticamente olvidarnos.

Zelenski llama permanentemente a que la guerra de Ucrania no caiga en el olvido. A que el mundo continúe actuando contra Putin con la misma contundencia y determinación que mostró los primeros días del conflicto. Pero es imposible. Porque cada día que pasa la unanimidad se resquebraja, pese a que el enfrentamiento se torna más cruel y la barbarie va en aumento.

Bill Browder, el mayor inversor privado en Rusia a finales de los noventa y expulsado del país, acaba de denunciarlo. Cree que la voluntad de castigar a Putin se está agrietando. Y que, como el coste de la guerra es doloroso, los países buscan formas para evitar que las medidas vayan más lejos y sean más dañinas. Para el propio zar ruso y para los países. O lo que es lo mismo, aquella amenaza inicial de «este Putin se va a enterar» se está diluyendo a medida que pasan los días.

El último capítulo de este cambio de actitud lo vimos ayer mismo en la cumbre de la UE, que acordó cortar el suministro de gas ruso, pero no en su totalidad. El que se suministra por barco y no el que llega en oleoductos, para no molestar a Hungría, Eslovaquia y República Checa.

La prohibición total que proponía la Comisión, y a la que todos se sumaron inicialmente, se antoja ya como un sueño.

Así que, tres meses después de la invasión, el balance es desalentador. Suiza, Londres e incluso España, entre otros, siguen amparando a las fortunas rusas; las sanciones afectan a una mínima parte de los oligarcas, el rublo se recupera, el Fondo Monetario Internacional prevé que los precios al consumo puedan llegar a aumentar hasta un 8,7 % de media este año, el sistema financiero ruso aguanta y después de las sanciones del 2014 la economía se ha hecho más resistente, aunque más pobre.

La Rusia de Vladimir no está tan dañada como se esperaba. Y lo prometieron. Porque la guerra en Ucrania ya no es una prioridad para el mundo. Lo mismo es que, en este mismo momento, se están normalizando el dolor y la muerte.