Yo soy uno de esos diez millones de consumidores a los que el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, llamó tontos. Soy tonta, y a mucha honra. Lo soy, según el directivo de la primera eléctrica española, porque pago la luz a precio de mercado, o sea, tengo contratada la tarifa regulada, esa que tan poco gusta a las compañías. Buena señal, ¿no creen? Y no les gusta porque conmigo no tienen nada que hacer. Ninguna oferta que colocarme, ningún servicio adicional que nunca voy a utilizar que venderme. No, estoy protegida contra la agresiva (pero legítima, claro) política comercial de las compañías eléctricas, obligadas a ofrecer la tarifa regulada aunque no les guste nada. Hasta el margen de beneficio que cobran por el servicio que me prestan sale publicado en el Boletín Oficial del Estado. Otro motivo de peso para que no les guste nada cualquier cosa que lleve regulado de apellido. Pagó más por la luz (temporalmente), pero resistiré, como buena tonta que soy.