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David Martínez DOCTOR EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL POR LA UDC Y COFUNDADOR DE DARA SPARTAN

OPINIÓN

21 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante estas semanas el discurrir de los eventos es y será incesante. Galicia es candidata a albergar la Agencia Nacional en Inteligencia Artificial. En el mes de junio Ecosystems 2030 y Corunna Innovate Sumnmit traerán a expertos en innovación y tecnología desde todos los rincones, la Ciudad de las TIC tiene sus cimientos, físicos y humanos, asentados y comienza a albergar a emprendedores locales e internacionales.

Es posible que a quien no esté dentro del sector le coja de sorpresa y genere sentimientos encontrados, entre el escepticismo y el vértigo de altura. Quizá es un discurso político más: foto, titular y hemeroteca. O quizás, Galicia esté sacando los pies del tiesto, en un juego más acorde con Madrid, Barcelona u otras capitales europeas. Sobre la primera percepción: nada más lejos de la realidad. Para aquellos que tengan esa sensación es preciso dar visibilidad y contexto a una tendencia que lleva camino de eclosionar en crecimiento exponencial.

La Galicia bucólica y naturalista de Pardo Bazán siempre ha convivido con una realidad urbana emprendedora y audaz; eso fue así en el XIX en el XX y será en el siglo XXI. La informática no es una industria tardía para nuestra comunidad autónoma, pero sí en cierto modo invisible. Sin embargo, es difícil que esta realidad pase desapercibida indefinidamente.

Ya en los años 2000 había que entrar en los exámenes de informática por turnos, siendo una de las facultades más grandes del país.

A esta le siguieron Santiago y Ourense, la creación de las primeras consultoras especializadas y el afianzamiento de una escuela, un oficio. En los laboratorios de investigación, lo habitual era colaborar con los de primer nivel en Europa y Estados Unidos. Años de Skype y Facebook, en los que había mas miembros del equipo fuera del país que dentro. Y los chicos se hicieron grandes. En los últimos 5 años era habitual encontrar a profesionales gallegos en unicornios y grandes tecnológicas, tanto a titulo individual como en equipos. Hoy estas mismas empresas ya están volando a Galicia para buscar más profesionales y formar parte de nuestro ecosistema. Es un reconocimiento de la calidad del producto. El reto es mantenerse y crecer. La asignatura pendiente del tejido tecnológico gallego gira en torno a tres principios: visibilidad, producto y financiación. Visibilidad a un ecosistema productivo y eficiente para que más gente quiera unirse. Centrar los esfuerzos en crear productos que sean vendibles a nivel global, cubriendo el último paso que va del prototipo a la viabilidad comercial. Y, por último, tener la audacia de financiar proyectos de alto potencial, más allá del próximo ejercicio económico y rozando el terreno que lidia con la fe.

Tras años de crisis económica, demografía menguante y parón pandémico, Galicia tiene un plan.