¿Qué transporte contamina menos?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

Javier Riveiro Parcero

19 may 2022 . Actualizado a las 13:05 h.

Como hoy tengo que coger un avión a Barcelona, me fijé en dos datos que aparecen en la reserva y en los que nunca había reparado. Uno es que el vuelo de vuelta es a bordo de un Airbus A320 con sharklets, mientras que el de ida es en un A319 que no tiene dicho elemento, que puede traducirse como «aletas de tiburón». También llamados winglets o dispositivos de punta alar, son esa prolongación de 2,4 metros hacia arriba en la parte final de las alas que, gracias a su diseño aerodinámico, permiten una disminución de hasta un 4 % en el consumo de combustible y, por lo tanto, también una importante reducción en las emisiones de CO2.

Una aeronave con sharklets podrá acceder a destinos más lejanos, ya que puede volar más millas con el mismo tanque de combustible; en las rutas cortas, esta menor necesidad de combustible aligera el avión, lo que puede suponer una mejora en los ratios de puntualidad. Por otra parte, como se requiere menor potencia de motor en el momento del despegue, se atenúa el ruido que se percibe durante el ascenso en los alrededores del aeropuerto. Y como última ventaja, esta eficiencia posibilita que los motores sufran menos y tenga como resultado una mejora en términos de mantenimiento.

El otro dato que llamó mi atención es el cálculo de la emisión promedio de CO2 de mi viaje, que es de 197,87 kilos por persona (ida y vuelta). Esto concuerda más o menos con lo que figuraba en un reportaje publicado por Carlos Punzón en La Voz, que cifraba la huella de carbono del trayecto aéreo A Coruña-Barcelona en 106,7 kilos de CO2 por pasajero (supongo que ese avión no tendría sharklets). Si lo comparamos con un automóvil —por ejemplo, un SUV de 4,50 metros como el Nissan Qashqai, con un moderno y eficiente motor de gasolina de 140 CV—, este genera 155 kilos de dióxido de carbono hasta la ciudad condal. Pero claro, en ese coche pueden acomodarse hasta cinco personas, con lo que la cifra se reduciría hasta 31 kg/pasajero. Tres veces menos que el avión e inferior incluso a lo que contamina el tren, que en los largos recorridos funciona en su mayoría con energía eléctrica y diésel. ¿Va a prohibir también la UE estos medios de transporte a partir del 2035?