Nos cuentan desde Madrid

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Sandra Alonso

04 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un tipo de condescendencia muy madrileña que demuestra que en España el centralismo informativo no ha sucumbido al estado autonómico. Sus practicantes se zambullen en la realidad periférica con salacot y machete, buscando especies raras que suelen clasificar con el regocijo de un entomólogo. Hablan para una audiencia cuyos límites se ubican entre Pinto y Valdemoro. Hacia el oeste, sitúan pichípichá las enigmáticas tierras galegas, donde «ni se sube ni se baja»; hacia al sur, a los andaluces saladetes, tan serios como un ozú. Se lo dijo Ayuso a Bertín desde el cogollo mismo de su Madrid, en donde «se dicen las cosas a la cara y de frente» y no con esos galimatías y recovecos confusos con los que nos decimos las cosas en el resto del mundo, en donde a veces hasta usamos lenguas misteriosas difíciles de descifrar.

En ese retrato reconcentrado de la existencia, la noticia es un concepto elástico en el que su esencia, que es la novedad, tiene una importancia que tiende a cero. Hace exactamente trece años que Feijoo le confesó a César Casal que había votado a Felipe González en el 82, pero la noticia ha vivido en la cova do Rei Cintolo sin que nadie mirase para ella hasta que Feijoo ha hecho las maletas. Por aquí hace tiempo que la noticia había dejado de ser noticia para convertirse en un clásico, pero en su tránsito súbito por la A-52, puede que a la altura de Villalpando o así, la vieja confesión brilló con el destello de una baratija. En pocos días, la villa y corte se ha llenado de feijoólogos que desprecian la letra pequeña que algunos llevan escribiendo sobre el personaje desde hace décadas. Feijoo ya es un madrileño más. ¡Qué escándalo! Han descubierto que aquí se juega.