Los expertos creen que debe ser el sistema de salud el que atienda y de apoyo a los usuarios de los geriátricos y piden que estos centros dejen de ser simples lugares de «depósito» de mayores.

Los trabajadores de las residencias privadas de Galicia han protestado durante varias semanas por sus deficientes condiciones de trabajo, que se traducen en no poder atender adecuadamente a los usuarios de estos centros. Los expertos en gerontología consideran que se necesitan más servicios especializados para atender las nuevas demandas de una sociedad que envejece, y programas específicos que enlentezcan o frenen el curso evolutivo de las enfermedades.


Es el sistema de salud el que debe atender a los mayores

Partir de esta pregunta es algo complejo, porque encierra en sí misma una premisa que no compartimos desde la Sociedad Galega de Xerontoloxía e Xeriatría. ¿Fallan la residencias? Creemos que no. Si queremos saber las causas de qué falla en la atención residencial, debemos girar la mirada, enfocar el problema con otro prisma. La mayor laguna que tienen estos centros hoy en día, tanto en Galicia como en el resto de España, es la falta de atención sanitaria que sufren las personas que viven en ellos.

Desde la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría defendemos que es el sistema de salud, y no los servicios sociales, quien debe proveer de atención médica, de enfermería, psicológica, fisioterapéutica, etcétera, a las residencias. Porque sus usuarios tienen que ser atendidos igual que si vivieran en sus casas, por los servicios de salud, que son los que tienen los profesionales adecuados, los recursos más precisos y los procesos que permiten una atención de calidad. Ahora mismo eso no ocurre, y este sí es el mayor problema.

Pero preferimos distraernos con entelequias, como ese «nuevo modelo residencial» o ese anhelado «espacio sociosanitario», del que tanto se habla pero que no existe, no hay ningún ministerio, ni dirección general sociosanitaria, que englobe los dos espacios. Ni aquí, ni en ningún otro país.

No obstante, sí podemos hablar de qué tiene que cambiar para el futuro, porque hay que mejorar muchas cosas, ya que las sociedades cambian y evolucionan, cada vez vivimos más años… Por un lado, se necesitan más servicios especializados para atender las nuevas demandas de una sociedad que envejece; y, por otro, es necesario pensar más en el bienestar psicoemocional de las personas y no tanto en los síndromes geriátricos, es decir, aplicar ese concepto que se llama «atención centrada en la persona».

Respecto a los nuevos modelos, pensamos que para hacer bien las cosas se debería escuchar a los propios mayores que viven en residencias, nadie mejor que ellos sabe lo que se puede mejorar y lo que funciona bien o mal; pero, desafortunadamente, no hay ninguna comisión que aglutine a mayores y asesore a los comités de expertos.

Por último, es posible que se necesiten más profesionales en cada centro, pero esto implica un mayor coste. Esto nos lleva a la cuestión de si la sociedad está preparada para asumir esos costes superiores, porque tenemos los servicios que podemos pagar. Por lo tanto, ¿hacen falta más profesionales? Sí. Pero, ¿podemos pagarlos?... Hay que reforzar la financiación si queremos residencias con más especialización.

Y termino con un dato, las personas mayores que viven en residencias manifiestan un alto nivel de satisfacción en las encuestas, y los familiares también. ¿De verdad fallan las residencias?

Autor Miguel Ángel Vázquez Presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría

De centros de «depósito» a centros de intervención

Aunque el concepto de «residencia» abarca diferentes tipologías, referidas a su arquitectura y requisitos de personal según el número de plazas ofertadas, para contestar a la pregunta de este debate primero tendríamos que partir de si cumplen las exigencias que establece la normativa. Y, en principio, dado que existe un servicio de inspección, deberíamos creer que sí, aunque los acontecimientos que hemos vivido en los dos últimos años a raíz del covid y el alto impacto registrado en pérdida de vidas, podrían hacernos creer lo contrario.

Desde mi punto de vista y en lo que se refiere a la pandemia de covid-19, no han fallado las residencias, ya que como centros dependientes de Política Social no están dotados de personal ni medios para afrontar una situación desconocida que ni siquiera han sabido afrontar las propias autoridades sanitarias, que en último caso deberían ser quienes pusieran a su disposición los recursos necesarios; recursos que, cuando llegaron, lo hicieron tarde y mal. Por tanto, aunque ha habido excepciones, entiendo que las residencias han actuado a gran altura, gracias a sus profesionales que, sin medios ni la debida cualificación, se han esforzado para que la situación no fuera todavía peor.

Otro tema sería, ya casi superada la repercusión del covid-19 sobre la población, lo que podríamos mejorar, y es ahí donde si deberíamos avanzar en algunos aspectos como, por ejemplo: la atención centrada en la persona, mejorar la ratio de personal de atención asistencial básico y especializado y, por supuesto, actualizar la normativa y el convenio que afecta al sector.

Desde un punto de vista más general, el modelo de residencias tiene que evolucionar hacia una categorización que permita distinguir entre las residencias según el nivel de especialización de su personal para atender a los diferentes procesos que afectan a las personas mayores; es decir, que dejen de ser centros de «depósito» de mayores para que pasen a ser verdaderos centros de intervención, donde, de acuerdo a las características de sus usuario, se pongan en marcha programas específicos que enlentezcan o frenen el curso evolutivo de las enfermedades que les afectan, siendo otros criterios a tener en cuenta los referidos a la estructura del edificio, equipamiento, tecnologías disponibles…

En resumen, sabiendo a qué tipo de centro llevamos a nuestro familiar, sabríamos qué podríamos esperar de él, con la mejora consiguiente del nivel de satisfacción de todos, residentes, familiares y trabajadores.

Autor José Carlos Millán Calenti Catedrático de Geriatría. Universidade da Coruña
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Debate: ¿en qué fallan las residencias?