Criptomonedas, criptoguerras y paz

Jorge Quindimil COORDINADOR DEL GRADO EN RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD DE A CORUÑA

OPINIÓN

ARND WIEGMANN | Reuters

29 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La disrupción tecnológica ha sido elevada a la categoría de amenaza existencial para la humanidad por Yuval Noah Harari, para quien «las tecnologías disruptivas podrían cambiar la naturaleza misma del género humano». La blockchain es una de esas tecnologías disruptivas que desencadenan transformaciones económicas y sociales de consecuencias impredecibles. En este proceso disruptivo confluyen los smart contracts, el metaverso, los token no fungibles (NFT), la web 3.0 y las criptomonedas abriendo nuevos horizontes, pero también nuevas amenazas para el orden internacional.

Las criptomonedas desafían al sistema financiero porque permiten que las personas controlen su dinero al margen de los bancos, pudiendo desde realizar pagos hasta solicitar préstamos o realizar inversiones. Se basan en una filosofía de descentralización que pone en el centro del sistema a las personas, sin necesidad de intermediarios. Sustituyen a los bancos por algoritmos.

La guerra de Ucrania ha puesto en primer plano a las criptomonedas hasta el punto de que ha sido calificada como la primera criptoguerra por el director del Centro de Estudios de Seguridad y Delitos Financieros del Royal United Services Institute, Tom Keatinge. Las criptomonedas desarrollan dos funciones básicas en esta guerra: reserva de valor (protegiendo los ahorros de rusos y ucranianos de depreciaciones, corralitos e incautaciones, y en menor medida las fortunas de los oligarcas rusos de las sanciones) y financiación (de la defensa ucraniana, pero también de actividades humanitarias).

Su potencial disruptivo, su complejidad, su desconocimiento, su escasa regulación y su utilización por algunos criminales han creado un halo de crítica sobre las criptomonedas como activos inmorales y peligrosos que deben ser prohibidos. Prohibamos entonces el dólar y el euro por ser las principales monedas utilizadas por terroristas y narcotraficantes. Las criptomonedas no deben ser prohibidas, pero sí deben ser reguladas y controladas para poner su gran potencial al servicio de la paz, y no en contra —para esto ya tenemos a Putin—.