«Palomar», una mala decisión

Miguel Lorenzo PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

María Pedreda

18 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay rastros que no debemos perder, por ejemplo el de Picasso y su familia, que residió en A Coruña a finales del siglo XIX y generó un vínculo sobre el que, con mucha pasión y energía, se edificó en su día un maravilloso proyecto cultural aplaudido por toda la ciudad, pero que el gobierno municipal de Marea Atlántica dejó languidecer y con el socialista ni se recupera, ni se sabe defender.

Recibo, con mucha tristeza, la noticia de que el cuadro Palomar, obra de José Ruiz Blasco, padre del genial artista malagueño, se va de A Coruña, donde fue pintado. Desde el año 2014 lo podíamos contemplar en la Casa Museo de Picasso, en el centro de la ciudad. Ahora se exhibirá en Barcelona.

Conocí la existencia de ese cuadro hace más de 35 años, cuando una de mis «familias de acogida» en la ciudad me lo enseñó. Lo tenían en el salón de la casa familiar y escuché también la historia, o quizás leyenda, de que las patas de las palomas las había pintado un joven Pablo Ruiz Picasso. Decían que él pintó después todas sus palomas sin patas porque su padre le había obligado a hacerlo en este cuadro.

La historia del Picasso coruñés es un hito a reivindicar. Se apostó por ello con la creación de una casa museo en la que Palomar era una pieza de referencia, después de que la familia propietaria lo cediese de forma altruista para su exposición pública. Pero al tener ya múltiples propietarios, tras diversas sucesiones, se han visto obligados a venderlo. Lo triste es la inacción de la Administración local, no solo por su reticencia a involucrarse en este proyecto, sino por dejar marchar una obra tan representativa. Hemos perdido una oportunidad.

Hace 35 años me vine a esta ciudad porque era un referente en Galicia. Fue, sin duda, la mejor decisión que tomé en mi vida. Era la época de Coruña despega que tanto motivó a muchos gallegos a encontrar una oportunidad, sin salir de nuestra tierra, en la ciudad más bonita, la que más opciones ofrecía y la más acogedora, porque convirtió a multitud de gallegos en coruñeses. Aquella ciudad era, sin discusión, la capital cultural de Galicia por su oferta en teatro, artes escénicas, ópera o la creación de la orquesta sinfónica, también por su propuesta expositiva con el Museo de Belas Artes, el de Unión Fenosa o las fundaciones Barrié, Jove y Luis Seoane. Mucho de todo aquello se ha perdido por falta de ambición y compromiso con la ciudad. Dejar ahora que vuele este Palomar ha sido sin duda una mala decisión, otra más.