Parte de guerra

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

ANGEL MANSO

07 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo malo de la guerra no son solo los tanques y los disparos. La guerra, como esas bombas prohibidas que queman el oxígeno y matan abrasando y asfixiando, lo ocupa todo a su alrededor. Y, sin embargo, en un refugio o entre los escombros de una casa derruida, un niño ve un palo y una cuerda y, sin querer, piensa que podría fabricar una caña y pescar un tiburón gigante, o descubre una bola de papel y le da una patada al balón imaginando que saca una falta.

Yo por eso no quiero hablar de la guerra, que hace de los periódicos guías telefónicas y de los telediarios telemaratones. Voy a hablar de que en la playa de mi ciudad, que me queda al lado de casa, la mar sigue brava pero ya no amenazadora. Ahora, solo queriendo mostrar su fuerza como los adolescentes delante de las niñas o los palomos con las palomas. Que los días son más largos y que la Luna es una finísima uña blanca camino del cuarto creciente. Que por ahora el viento sigue viniendo señorial y arrogante flameando banderas, pero que ya llegarán los días en que se vuelva frívolo y comience a levantar pequeños remolinos, manteles de las mesas de las terrazas o, ya más atrevido, una que otra falda. Que si uno mira a lo lejos, a la raya tras la cual los barcos y los peces se precipitaban al abismo cuando la tierra todavía no era redonda, sabe que la vida es lo que tenemos ahora. Que hace el suficiente frío para sentir el placer de reír, por fin, sin tapabocas y enseñar los dientes y exhalar una pequeña nube de buenos deseos.