Empoderarse odiando a España

Claudia Luna Palencia PERIODISTA MEXICANA RESIDENTE EN ESPAÑA, DIRECTORA DE CONEXIÓN HISPANOAMÉRICA

OPINIÓN

Mexican Presidency HANDOUT

22 feb 2022 . Actualizado a las 09:10 h.

La fórmula tardopopulista utilizada por el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no debería tener siquiera sitio en la construcción de sociedades modernas mucho más democráticas e igualitarias tal y como se pretende en el siglo XXI.

De cara al 2030, lo que debería analizarse no es que un presidente suelte cada mañana a bocajarro ideas sin sentido y seguramente muchas ocurrencias surgidas al calor del momento y hasta del estado de ánimo que proporciona cada desvelo mañanero.

No, lo que debe analizarse es por qué este tipo de personalidades políticas siguen llegando al poder —al máximo de la cúspide— y encontrar la razón de fondo que hace que un grupo mayoritario de ciudadanos —de todos los estratos sociales y profesionales, ya sean más o menos instruidos— les voten. Porque un voto es una gran demostración de confianza.

López Obrador se suma a una larga lista de populistas en la región de América Latina, muchos otros que antes que él también alteraron la forma y el fondo del poder presidencial. Ese poder presidencial que es tan dañino porque crea pequeños mini dioses.

Basta con ver la sola experiencia de las últimas décadas en Brasil, Nicaragua, Colombia, Perú, Honduras, Uruguay, Argentina y hasta el paroxismo en Venezuela, que lleva largos años sumida en una descomposición del Estado y en la huida de parte de la sociedad lejos de las garras del dictador Nicolás Maduro, heredero político del sátrapa Hugo Chávez.

¿Por qué se vota por una persona que tiene características en forma de ser, de pensar y de ideología muy parecidas a las de otros políticos, en otros países de la región, y que han convertido a sus respectivos países en Estados fallidos o en economías hundidas?

La personalidad política de López Obrador —conjugada con su forma de ser— es un auténtico peligro para la democracia del país azteca y un daño para la economía. Francamente, es un desatino mayúsculo espantar inversores en medio de una pandemia.

De alguna forma, a los populistas latinoamericanos les gusta cargar contra España como si eso los empoderase, como si el reproche histórico per se hiciese que las comunidades indígenas tuviesen una mejor calidad de vida o los pobres dejasen de ser menos pobres. En realidad, solo es darle al pueblo un agravio para que se alimente de él.

España y México son más que un presidente que tarde o temprano terminará su período en el poder. En lo personal me gustaría saber qué o quién le impulsa López Obrador a tener tanta animadversión hacia el país ibérico; él debería tener más prudencia y sapiencia para atender algunos graves focos internos: una expansión del narcotráfico, los asesinatos de periodistas y la pobreza atávica en la que viven sumidas todas las comunidades indígenas.