Lo de Ucrania es cosa de dos

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

YVES HERMAN / POOL

27 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Esto no va de buenos y malos. Esto no es un western, donde el forajido Putin amaga con invadir Ucrania, el sheriff Biden le advierte que se atenga a las consecuencias si lo hace y ambos exhiben pectorales y revólveres. Esto es una disputa entre dos potencias, y sus respectivos aliados, por sus áreas de influencia. El viejo reparto diseñado en Yalta por Roosevelt, Churchill y Stalin hace tiempo que saltó por los aires y, desde entonces, hubo que parchear sobre la marcha. Unas veces se aplicaron las cataplasmas de la diplomacia: conferencias, tratados y acuerdos. Otras veces, como en Irak, tronaron las armas: la política dio paso a la guerra. Lo de Ucrania está por ver en qué categoría encaja.

El nuevo orden mundial, prendido por alfileres, lo lidera Estados Unidos en solitario. Al menos desde los Urales hacia aquí. Los herederos de Churchill ya no cuentan más que como leales aliados. Los herederos de Stalin están en bancarrota. El radio de influencia de Rusia se ha achicado desde el final de la Guerra Fría. El botín que obtuvo en Yalta quedó sepultado entre los escombros del bloque soviético. Pero no se ha resignado al trauma y, en palabras de Javier Solana, se siente arrinconada por la reducción progresiva de su espacio de seguridad. Todo hace pensar que Ucrania constituye una plaza irrenunciable, no con el objetivo de anexionarla, sino de evitar que pase al área de influencia de Occidente y acabe por incorporarse a la Unión Europea y a la OTAN. Ucrania representa, para Putin, una línea roja: la última frontera.

Rusia amenaza a Ucrania con la invasión militar porque considera amenazada su área de seguridad. Estados Unidos amenaza con represalias a Rusia porque ve amenazada la expansión de su esfera de influencia. Estas son las claves que explican un conflicto que tiene dos protagonistas: Moscú y Washington. Los demás actores del reparto únicamente son comparsas o, lo que es peor, víctimas. Daños colaterales del fuego cruzado. En primer lugar, Ucrania —pueblo, por cierto, escindido entre prorrusos y proeuropeos—, país al que Rusia amenaza su independencia, su integridad territorial y su soberanía. En segundo lugar, la Unión Europea, que asiste noqueada al incendio en el umbral de su casa. Paradójicamente, aunque su seguridad es la que más peligra, ha delegado su voz en el primo de Zumosol. Un periodista de la NBC, Chuck Todd, lo hizo notar en su pregunta al secretario de Estado estadounidense: ¿Por qué parece que Estados Unidos está más preocupado por la seguridad de Europa que la propia Europa?

Esta es la parte más decepcionante de la historia: Europa no tiene arte ni parte en el embrollo. Ni política exterior ni política de defensa común. Solo 27 músicos, más o menos díscolos, pero desacompasados. Alemania toca el trombón, Francia el clarinete y España, según qué partido, las castañuelas o la trompeta. Josep Borrell ha sido relegado a «espectador neutro». Mientras los dos pistoleros amagan con un duelo a muerte, y Europa se debate entre la guerra o la paz, nuestros próceres a velas vir.