¿Europa en armas?

Jorge Quindimil AL HILO

OPINIÓN

DPA vía Europa Press

27 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Helmut Schmidt decía que «lo mismo da estar bajo Iván IV, Pedro I o Catalina II que bajo Stalin, Kruschev o Breznev: pese a los numerosos reveses, el impulso ruso hacia la expansión no se ha extinguido jamás». Esta opinión del ex canciller alemán parece confirmada con la política de Rusia con Ucrania en los últimos años y en los últimos días. Las pretensiones expansionistas de Vladimir Putin sobre territorio ucraniano tienen un doble fundamento de máximo peso histórico y geoestratégico.

En clave histórica, hace más de mil años Kiev fue la primera capital del naciente imperio ruso —Rus—, integrado fundamentalmente por bielorrusos, rusos y ucranianos. Desde entonces, la historia de estos pueblos ha estado condenada a recurrentes períodos de enfrentamiento y de sufrimiento. Solo en la primera mitad del siglo XX, Ucrania sufrió pogromos, hambrunas, masacres y ocupaciones por parte del imperio austrohúngaro, del ejército blanco, del ejército rojo, de tropas polacas y de los nazis en poco más de veinte años. El pueblo ucraniano fue llevado al extremo de sufrir episodios de violencia y hasta de canibalismo cuyas imágenes todavía resultan espeluznantes.

En clave geoestratégica, después de la ocupación de Crimea y del Donbás en el 2014, Rusia ha demostrado sin rubor que puede ocupar territorios ucranianos que considera propios: «Crimea ha vuelto a casa», dijo Putin ante un público enfervorizado. Lo más importante es que Rusia también demostró que no necesita la guerra para ocupar Ucrania, sino la desestabilización política, el conflicto social entre prorrusos y proeuropeos, y la crisis económica.

El incremento de los efectivos militares rusos en la frontera y los tambores de guerra podrían ser una estrategia de negociación con EE.UU. y de presión sobre la débil Ucrania para impedir su ingreso en la OTAN, más que el preámbulo de una guerra que Rusia no necesita ni le conviene. Las tropas rusas podrían atravesar las filas ucranianas como si fuesen mantequilla, pero la reacción de la OTAN podría poner en evidencia la inferioridad militar de una Rusia que ya no es un imperio, aunque quiera volver a serlo a costa de Ucrania y de la propia Europa. Sí, esa misma Europa que no está ni se le espera.