La delicada salud de la coalición

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Nacho Gallego | Efe

12 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay mucha gente —quiero decir muchos comentaristas políticos— que está examinando los posos del café para adivinar cuánto tiempo le queda de vida a la coalición de Gobierno. La verdad es que lo vienen o lo venimos haciendo desde el mismo momento de la firma del acuerdo con Pablo Iglesias. Hubo momentos duros, que pusieron a prueba la convivencia de las dos formaciones políticas, pero al final Pedro Sánchez consiguió recoser las costuras rotas con notable habilidad. Ahora se está en otro momento delicado por las reacciones del PSOE contra Alberto Garzón y por las reacciones de personalidades de Podemos contra lo que entienden falta de apoyo caluroso al ministro de Consumo. Algunos se plantean otra vez una ruptura que yo no acabo de ver.

Y no la acabo de ver tanto por lo dicho por Pedro Sánchez como por Yolanda Díaz. El presidente, que tiene un olfato electoral envidiable, se limitó a lamentar la polémica creada y a hacer grandes elogios de la calidad de nuestra carne. No citó en ningún momento a Garzón, ni dejó asomar ningún tono crítico, señal de que no quiere una crisis de gabinete, por muy descriptible que sea su simpatía con el personaje del lío. Pero tampoco hizo ningún elogio al discutido ministro, porque no quiere provocar la ira de los ganaderos, que tienen el poder de los votos. Por su parte, Yolanda Díaz se limitó a pedir que «cuidemos la coalición», sin meter más bulla en el conflicto. Y el interesado declaró textualmente: «Doy por hecho que acabaré la legislatura como ministro de Consumo». ¿Quién le dio esa seguridad? Probablemente él mismo, pero tampoco descarto que haya sido Yolanda Díaz: Sánchez no pone ni quita ministros de Unidas Podemos, como ya se demostró en la última crisis de Gobierno.

Esa es la situación en este momento. Lo que ocurra después, sobre todo tras las elecciones de Castilla y León, está por escribir. Pero hay algo que se puede asegurar: la coalición no se va a romper. Ni Podemos puede hacer nada mejor para sus intereses que seguir en ella, ni Sánchez se puede aventurar a pasar dos años de calvario perdiendo todas las votaciones parlamentarias, ni están las encuestas para animarle a adelantar las urnas. Su estrategia pasa por disfrutar las mieles de los fondos europeos, hacer que esos fondos aceleren la recuperación y llegar a la presidencia de turno de la Unión en el segundo semestre del 2023. Con esos laureles en su cabeza y con un Vox que le come terreno al PP, piensa que tiene hecha la victoria del PSOE. Pero, para gobernar, necesitará como ahora a Unidas Podemos. De esta forma, salvo habilidad no demostrada del Partido Popular, el episodio Garzón se irá diluyendo, y solo quedará pendiente el gran desafío de Yolanda Díaz: cómo estructura su plataforma, cómo la llama y cómo planta cara a la parte socialista de la coalición. Ese será el momento más delicado. Pero el único.