Pontón y Formoso, objetivo Monte Pío

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

09 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana Pontón, tras ratificar su incuestionable liderazgo en el BNG, señaló como principal objetivo el de conseguir la presidencia de la Xunta de Galicia en el 2024. Valentín González Formoso, nuevo secretario general del PSdeG, aseguró en las primarias de su partido que su meta «no es ganar al BNG», sino al PP. Tras expresar su legítima aspiración, Ana Pontón advirtió: «Haberá quen diga que non é posible derrotar a Feijoo». Imposible no, porque torres más altas cayeron —Fraga en el 2005—, pero sí muy difícil arrebatar Monte Pío al PP en el corto plazo de tres años.

Para que Ana Pontón o Valentín Formoso —o quien quiera que sea el candidato socialista— sean presidentes, cada uno de ellos necesita reunir como mínimo tres condiciones: contar con el apoyo de sus respectivas formaciones, superar al otro en las urnas y que la suma de ambos supere en escaños al PP.

Alguien me dirá que, a día de hoy, Ana Pontón ya reúne sobradamente los dos primeros requisitos. Y así es. El BNG forma una piña y en las últimas elecciones, por tercera vez desde 1989, superó en votos y escaños a los socialistas. El problema reside en la tercera fase: cada vez que el BNG dio el sorpasso al PSdeG, Fraga y Feijoo reforzaron sus mayorías absolutas. La correlación resulta evidente: a BNG fuerte, PP fuerte y PSdeG débil. En 1997, nacionalistas y populares cosecharon los mejores resultados de su historia (52,9 % y 25,1 % del voto, respectivamente) y los socialistas uno de los tres peores (19,7 %). Correlación inversa también. En 1989, los socialistas, con Laxe de candidato, obtuvieron el mayor número de escaños de su historia (32,8 %, 28 diputados) y el PP y el BNG, su menor porcentaje de votos: 44,2 % y 8 %. En las elecciones del 2005, la misma historia: Touriño batió el récord en porcentaje de votos (33,6 %, 25 escaños) y PP y BNG registraron dos de sus peores resultados. Los datos históricos indican que el BNG solo sube a costa del resto de la izquierda (PSdeG, Galicia en Común...) y que el PSdeG sube cuando pesca en los caladeros del PP. De ahí el enorme desafío de Ana Pontón: solo será presidenta si consigue un trasvase directo de votantes de Feijoo.

Valentín González Formoso, si bien se mira, todavía lo tiene más crudo. Dispone solo de tres años para realizar la travesía del desierto, porque en la casa de la rosa casi nadie repite. Tres años para apaciguar y unificar las taifas socialistas, darse a conocer en todos los rincones del país y consolidar su liderazgo. Por si fuese poco ardua la empresa, la acomete en precario y sin la jaima del Parlamento, donde se templan los líderes. El hándicap no es menor. Las sesiones de control al Gobierno o los debates sobre el estado de la autonomía serán, a partir de ahora, cosa de dos: Feijoo y Pontón. El tercero tendrá que buscarse la vida y el voto en otras tribunas y otras cajas de resonancia. Sobrevivir al desierto sin sombra ni agua en la cantimplora roza lo heroico. Pero atravesar el arenal y llegar en condiciones de disputar la primacía de la izquierda y la sede de Monte Pío, se me antoja misión imposible.