Urkullu y Ayuso: la sartén y el cazo

OPINIÓN

H.Bilbao | Europa Press

08 nov 2021 . Actualizado a las 09:08 h.

Así, sin despeinarse, siguiendo la costumbre del PNV, el lendakari Urkullu, que gestiona la autonomía más beneficiada por la asimetría fiscal —por métodos legales unas veces, y mediante chantajes las más—, acaba de poner el grito en el cielo por las magras políticas fiscales que propone, dentro de sus competencias, la Comunidad de Madrid. Quien gestiona una Hacienda propia, que en este momento le garantiza unos ingresos calculados por encima del 150 % de lo que le correspondería en el régimen común, se enfrenta ahora a la señora Ayuso para arrebatarle la escasa gestión tributaria que comparte con otras 14 comunidades. Y para eso le pide al Estado que armonice —es decir, ¡qué centralice!— todas las haciendas de España. Todas, se entiende, menos las tres —Álava, Guipúzcoa y Vizcaya— que él quiere unificar, en contra, esta vez, de sus propios fueros.

Mientras toda España parece haberse conjurado para no meter en la agenda de reformas del Estado el calote que representa el cupo vasco; y mientras los expertos y los medios de comunicación consienten en no hacer ni publicar los estudios que definen la gestión bilateral del cupo vasco como un privilegio muy injusto y gravoso para el Estado, el señor Urkullu se atreve a pedir la armonización de todas las demás Haciendas, de cuyos efectos solo se libraría la Navarra que el PNV quiere anexionar. Porque a Euskadi, que ya hizo varios intentos de crear un paraíso fiscal en el norte, y para evitar que sea Madrid, y no Euskadi, el refugio de los grandes capitales, no le mola que la capital se convierta en una denuncia cierta y bien armada de los despilfarros autonómicos que se observan en materia de inversiones suntuosas, o en la construcción —sobre las líneas rojas de la solidaridad territorial— de petulantes estructuras de Estado.

Es cierto que Madrid también tiene algunas ventajas, que rozan la condición de privilegios, en función de su capitalidad y su centralidad. Pero también es verdad que esas ventajas son tan legales como el cupo vasco, por lo que no debería revisarse un privilegio si no se revisan todos, y si no se echan las cuentas con rigor para que las diferencias entre comunidades solo provengan de la buena gestión, y no del calibre de los caños que comunican cada territorio con la Hacienda del Estado.

Tiene bemoles —como la tonalidad de La bemol menor— que el mismo presidente que nunca se rebaja a debatir con sus colegas la financiación y la armadura competencial de las autonomías se proponga como garante del equilibrio fiscal de todos los demás, interviniendo con palabras la gestión tributaria de Madrid. Aunque, pensándolo bien, creo que Urkullu tiene razón. Porque cuenta con la total benevolencia de los pueblos de España que, obviando que Euskadi rezuma pasta gansa por sus poros, como si estuviese chapada en oro, siempre encuentran argumentos para decir que los políticos del PNV son hábiles negociadores y entienden como nadie la política. Por eso nos está bien empleado todo lo que está pasando.