Breverías

doktor pseudonimus

OPINIÓN

23 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre ingenioso y discretamente subversivo, acaba de escribirlo Fernando Savater. «La juventud siempre ha sido un escándalo, la madurez un aburrimiento y la vejez una humillación. Los que esperaban que de la pandemia saliésemos transformados en otra cosa, van listos. Me niego a asumir el destino de los viejos: dar buenos consejos a falta de poder dar malos ejemplos. En las plagas de las que se guarda recuerdo, los jóvenes, antes o después, se dedicaron a la orgía y los viejos a la oración. Y nadie sabe qué es mejor. Si ser joven desenfrenado o viejo implorante». Y desde el fondo llegan sabios y sonoros los versos de Rubén Darío, «Juventud, divino tesoro/ ¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar no lloro/ y a veces lloro sin querer».Pero ya nos lo dijo el poeta: «Los suspiros son aire y van al aire y las lágrimas son agua y van al mar…».

Apostolado sui géneris

Puede leerse en el capítulo XIX del Codex Calixtinus. «Entonces licenciados sus mayores ejércitos fue Carlomagno a la tierra de Santiago en España e hizo cristianos a los habitantes que en ella encontró: pues a los que volvían a la infidelidad de los sarracenos o les pasó a cuchillo o los desterró a la Galia». Y uno puede imaginar lo que hubiese sucedido si los mayores ejércitos no estuviesen «licenciados».

La política, los principios y el tanteo

Como en tantas otras sabias advertencias nos lo dejó escrito D. José Ortega y Gasset. «El error sigue siendo creer en la política como una cuestión de principios cuando es una cuestión de tanteos». Tantus en latín significaba «tan grande», pero en Berceo tantear ya es un verbo que significa algo así como calcular. En algún lugar dice: «tantearon sus bienes que no valiesen menor suma que más dinero». Tantear es verbo que debe utilizarse siempre cuidando que no se convierta en tontear. Algo no infrecuente en los chanchullos de la política.

La moda y la melancolía

Los que nunca hemos seguido moda alguna podemos envejecer sin melancolía. Lo dice Nicolás Gómez Dávila en Sucesivos escolios a un texto implícito. Pero quizás alguna vez la melancolía pueda venir por no haber estado nunca de moda. Más cierto parece ser lo que el autor añade: «De la tentación de estar de moda solo se escapa el reaccionario». Pero ahí puede ser peor el remedio que la enfermedad.