A bonos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Santi M. Amil

19 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un hecho clínicamente probado que la pandemia ha impactado de forma más contundente entre los jóvenes y los más viejos. Es una medida celebrada que el Gobierno lo tenga en cuenta y otorgue un bono cultural a los más jóvenes para facilitarles el acceso a la cultura -aunque el concepto «cultura» sea un tanto borroso y teniendo en cuenta que los libros son accesibles en la excelente red de bibliotecas públicas que disponemos en prácticamente todas las villas del país-. No hago mención a los toros, porque me fatiga horrores la discusión bizantina de si un espectáculo de siglos de historia es cultura o no.

El bono cultural a los jóvenes también ha sido contestado, cómo no, por la oposición política tachándolo de electoralista. Otra fatiga más.

A mí el (a)bono cultural juvenil me parece muy bien y no puedo calibrar su carácter oportunista o no, pero me parece un agravio comparativo frente al otro grupo de edad más afectado, más vulnerable y más necesitado de atenciones, que son los viejos; porque si el criterio rumboso del Gobierno es la bondad de favorecer el acceso de los jóvenes a la cultura, mucho más bondadoso y necesario sería habilitar otra partida o repartir la propuesta para que los viejos pudieran tener acceso a unas gafas, un audífono o el arreglo de la boca, que a la mayoría les resulta inalcanzable.

El grado de civilización de un pueblo no solo se mide por el amor a los animales -tan hipertrofiado últimamente-, sino también por el cuidado de sus mayores, esos que levantaron este país, esos que murieron como chinches durante la pandemia, esos que fueron encarcelados en sus cubículos sin poder salir a nada que no fuera pasearse por el miedo sin peto y sin espaldar.

No es país para viejos.