La convención del PP, sí pero no

OPINIÓN

Manuel Bruque | Efe

07 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hay algo que explique por qué el PP aún no tiene asegurada su victoria en las elecciones generales de 2022-2023 es su incapacidad para conectar con los electorados de Euskadi y Cataluña, dos territorios -ciertamente problemáticos, pero que suman 66 diputados y 28 senadores- sin los que es casi imposible cerrar el círculo de una victoria electoral en España. Y si hay algo que explique por qué el PP aún puede ganar dichas elecciones, a pesar de los enormes agujeros que tiene abiertos en Cataluña y Euskadi, es porque el éxito de su poder en Madrid, Galicia, Castilla y León, Andalucía y Murcia, y el recuerdo de voto que mantiene en Valencia y en otras comunidades, pueden llegar a suplir sus fallos de implantación en los territorios señalados.

Dicho lo cual, si bien puede entenderse que la convención itinerante haya escogido los destinos más fáciles y seguros para montar el espectáculo de masas -unidas y enfervorizadas- que le levantaron la moral a Pablo Casado, no tiene ningún sentido que el PP haya evitado su presencia en Bilbao y Barcelona, donde tiene mucho que ganar y casi nada que perder, y que haya elegido como escenarios de afirmación y futuro aquellos territorios en los que todo está hecho, y donde el poder popular tiene virreyes que, lejos de escenificar su perentoria necesidad de un «gran Casado» que los aglutine y dirija, han exhibido su fortaleza personal -casi patrimonial- y su generosa disposición a arropar a un líder que aún busca consagrarse como la verdadera encarnación de la alternativa popular.

Puede ser, y en modo alguno lo descarto, que el PP prepare otra convención para Euskadi y Cataluña. Pero, además de que me cuesta mucho creerlo, consideraría un error optar por una convención específica que, en vez de diluir su posible fracaso, o su predecible tibieza, en los éxitos seguros y ya disfrutados, se convirtiese en una muestra de debilidad capaz de contaminar la última etapa de su largo peregrinaje hacia las urnas.

Por eso me temo que la razón de esta elusión de Bilbao y Barcelona no está en el temor a quedarse sin público adicto -porque la misma técnica que llenó la plaza de toros de Valencia puede llenar el Palau de Congresos de Barcelona o el Euskalduna Jauregía de Bilbao-, ni en un posible error estratégico que, en sí mismo, sería más preocupante que un fracaso en tierra hostil. Por eso pienso que este error solo puede explicarse por algo que es obvio, y nadie puede negar: que el PP no tiene ningún discurso apto y positivo para rellenar estas etapas; que lleva mucho tiempo equivocándose en estas latitudes; y que, a estas alturas, ya no tiene arrestos para estudiar y componer un discurso serio, sereno e inteligente que marque el punto de rebote y recuperación de su estrepitosa caída. Y de ahí concluyo que, aunque es evidente que los fracasos de Euskadi y Cataluña no son -de momento- irreversibles, estoy convencido, por lo que veo, de que no los van a revertir. Y así, aunque ganen las elecciones, difícilmente podrán gobernar como prometen.