Mientras estuvieron los romanos estaba claro quién mandaba aquí. Además de su técnica jurídica, resulta que tenían una administración y un ejército jerarquizados. Los pobres gañanes prerromanos, qué iban a hacer.
Tras la degeneración del SPQR llegaron otros gañanes, pero aprovecharon la herencia romana, desde las calzadas a la noción de Hispania, desde el alfabeto a la importancia de la ley escrita. Los aborígenes romanizados tuvieron que adaptarse a la fuerza bruta de suevos, visigodos y otros bárbaros de paso, como los vándalos.
Luego los bárbaros se pelearon por lo de siempre -vil metal, vil poder- y, en medio de sus líos, algún espabilado sondeó a los islamizados del norte de África para machacar a los primos. Claro, al convidarlos los musulmanes ya vieron que todos eran conquistables. Así fue.
Unos cuantos de los bárbaros y romanizados recularon hasta el Cantábrico. Lo que vino después resulta sabido. Taifas cristianizadas, dizque reinos, y taifas islamizadas, hasta hoy. Mas unos cuantos resistieron aislados aunque cristianizados. Me refiero a los vascones -ahora infecundos euskaldunes por gracia de Sabino-. Estos, libres de sangre mora, fueron reconocidos cristianos viejos e hidalgos universales por Felipe II y su flamenco padre. De ahí viene lo de pagar menos impuestos, ser más que nadie, la foralidad y esas cosas.
Pero hete aquí que tras mugrientos arreglos entre señoritos hispano-españoles resulta que llega el imperio de la razón, tras sucesivas carnicerías entre francogalos y germanos, que pasan de su memoria caníbal y montan un derecho nuevo, el europeo, merced al consenso de tres hombres fronterizos (Schuman, De Gasperi y Adenauer) junto a un sabio viajante de licores (Monnet). Basta ya de tribalismos, de etnicismos, de nacionalismos en esta ínfima península de Asia que es Europa.
Pues bien, mientras en la añeja Hispania los herederos de los siervos de señoritos altomedievales siguen jugando a las singularidades, uno comienza a preguntarse si ir hacia la fragmentación o hacia la unidad jurídico-racional sin uniformidad folklórica. A los singularistas ibéricos (vascones añadidos) les molesta cuanto le digan los hispanos. Pero si es Bruselas, callan y esconden. Con Internet esconder es difícil. Las diputaciones forales vascas se han sometido a las directivas europeas, entre ellas la 2015/1535, para determinar si pueden alquilar caseríos turísticos hasta en Gipuzkoa. Pulsen TRIS Europa Gipuzkoa en Google. Cualquier europeo puede alegar contra las normas forales. Y estatales, claro. Vive la raison.