Dos rombos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

MONICA VILA FERREIROS

21 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta 1985 en nuestro país el código de regulación de contenidos para calificar las películas se señalaba con la presencia en el ángulo superior derecho de la tele de un rombo -no apta para menores de 14 años- y dos rombos - no apta para menores de 18-. A partir de entonces se cedió la responsabilidad a los padres, que se encargarían de decidir qué programas y películas verían sus hijos y cuáles no. El descontrol se produjo con el advenimiento de las televisiones privadas (1990) y el cataclismo con la irrupción de Internet y la generalización de los teléfonos móviles; a partir de ahí los jóvenes tuvieron acceso a los mismos contenidos e información que los adultos, señalando lo que Pascal Bruckner calificó como el fin de la inocencia.

Con el advenimiento de las redes sociales la cosa fue a peor, no existiendo ningún filtro que module los contenidos que niños, jóvenes y adultos ven y exponen en el universo virtual, lo que ha supuesto el fin de los límites y el consiguiente descontrol conductual de gran parte de la población, con su consiguiente impacto en la educación, adicciones, saturación de estímulos de todo tipo, relaciones tóxicas y la confusión de los mundos reales e imaginarios y de jóvenes y adultos.

Sufrimos y nos beneficiamos de los odiosos dos rombos, que suponían la expulsión del salón por parte de un ente desconocido que empoderaba a los padres para ejecutar la orden de retirada sin posibilidad de paliativos, y los padres quedaron desarmados para poner cualquier límite de contenidos.

Los dos rombos, como la tarima, el uniforme, los horarios, el respeto al lenguaje y los mayores son antiguallas que nadie tiene en consideración cuando noticias y patologías de jóvenes desbocados nos llenan de comités de expertos buscando una solución.

Moito che cambiou o conto.