Durante la triste jornada del 11S, tal vez el mundo no cambiara tanto como lo hizo la forma de observar al horror con una perspectiva diferente. El mayor impacto de aquel crimen estuvo en la posibilidad de seguirlo en directo durante intensas horas de informativos en los que los periodistas improvisaban, con prudencia y sin sobractuaciones, la narración de algo que parecía irreal, compartiendo la perplejidad del espectador.
Aquellos dos impactos en moviola. La humildad de decir: «Matías, no alcanzo a decirte lo que ocurre». «La otra torre, Ricardo, la otra torre». El derrumbe impensable de dos rascacielos de acero fundidos por el combustible en llamas. Toda aquella retransmisión compuso una imagen poderosa y, para corroborarlo, La Sexta hizo el sábado el experimento vintage de emitir de nuevo de forma casi íntegra aquel informativo del 11 de septiembre del 2001 en el que Matías Prats y Ricardo Ortega contaron el colapso. El minuto a minuto del horror con el viejo formato de imagen, los hechos en tiempo real veinte años después.
Muchos de los documentales que estos días llenan cadenas y plataformas resultan muy ilustrativos y esclarecedores para entender el contexto y su evolución. Pero rebobinar dos décadas y situarse de nuevo en aquella mirada inocente de quien no podía ni imaginar lo que vendría a continuación sigue siendo todavía un momento televisivo sobrecogedor.