No es de recibo. Y no es de recibo porque el Ejército español -o sea, el nuestro- se ha jugado su prestigio en la operación salida. Pero no en la de las vacaciones, sino en la de Afganistán. Porque al escuchar o leer algunas declaraciones a más de uno le darán ganas de quitarse el uniforme y montar un furancho, aquí o un chiringuito en Málaga.
Resulta intolerable, agresivo y fuera de lugar que el líder del principal partido de la oposición, Pablo Casado, se haya puesto a despotricar contra el presidente Sánchez a cuenta del caos imperante en el aeropuerto de Kabul y del cual España no tiene culpa alguna.
Porque aquí no se trata de si el presidente Sánchez es un ángel divino o la mismísima encarnación de Satanás. Tiempo habrá para hablar de eso, analizar la actuación del Gobierno y exigir responsabilidades políticas, si las hubiere. Pero ahora se trata de cerrar filas y apoyar, aunque sea con el silencio, a los soldados españoles que se han jugado la vida intentando salvar otras vidas en Kabul. Ni más ni menos que eso. ¿Es mucho pedirle a Pablo Casado que tenga un mínimo sentido de Estado?
¡Menuda tropa!