Keops y Sánchez

Carlos G. Reigosa
carlos g. reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

JAVIER BARBANCHO

30 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El faraón Keops fue el promotor de la única de las siete maravillas del mundo antiguo que ha llegado hasta nosotros: la gran pirámide que lleva su nombre desde hace 4.500 años, y en donde tuve la oportunidad de pasar toda una mañana dando vueltas, mientras un guía trataba de distraerme subiéndome a un camello.

 Acabé por hacerle caso, subí al alto animalito y pronto observé que el guía, en vez de dar vueltas en torno a la pirámide, empezaba a alejarme del lugar. Entonces me puse en pie sobre el lomo del animal y amenacé con tirarme desde aquella amedrentadora altura. El guía, asustado, gesticuló mil excusas y me devolvió al pie de la pirámide, cerca de un servicio policial.

Fue un día de estas vacaciones de agosto cuando recordé con algunos amigos las explicaciones que el guía oficial nos había dado sobre el origen y significado de aquella gran pirámide, levantada por el faraón Keops, y también sobre la utilidad que podía tener la barca descubierta en 1954: un rompecabezas de 1.224 piezas, que los expertos tardaron trece años en montar. Era la barca solar de Keops para su salvación.

Recordando esto en nuestra demorada charla, un grupo de amigos comentamos algunas reacciones de nuestro presidente Sánchez, que quizá no fueron tan espirituales como las de Keops, pero que parecen pretender lo mismo, o algo parecido, respecto de su destino en las páginas de la Historia. Porque nuestro presidente ya ha acreditado suficientemente su ambición política y su deseo de hacerse un lugar entre los grandes de Hispania (por encima de Adolfo Suárez, Felipe González, J. M. Aznar y M. Rajoy).

Y todo ello sin perturbarse ni perturbar sus vacaciones. Quizá porque Afganistán queda muy lejos y los intereses españoles allí concernidos eran los que eran y no tenían el rango de una preocupación acuciante. Así, Sánchez se ha limitado a observar el panorama desde la distancia, porque agosto es agosto y las vacaciones tienen algo de sagrado derecho respaldado por la ley. No tengo nada que reprocharle, pero la verdad es que no lo entiendo. Y solo se me ocurre pensar que quizá el presidente tiene las mismas convicciones vitales, imperturbables, que tuvo, hace más de 4.500 años, el faraón Keops.