De los libros

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

Oscar Vázquez

21 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi oficio de lector superó con creces mi tarea de escritor. Leo para ser feliz, para vivir, escribo acaso para que me quieran y para combatir la muerte. En mis lecturas está el universo entero, en los libros que he escrito habitan los paisajes que se dibujan donde acaba el horizonte, mientras hilvano historias zurciendo y cosiendo vidas en el bastidor de palabras donde nace mi narrativa.

Crecí con los libros, con, para, por..., todas las preposiciones que se pueden aplicar a la literatura. Soy claramente un hombre encuadernado. Los libros me amparan, me acompañan, velan mi sueño, son mis espíritus protectores, antídotos contra la tristeza y la desesperanza, son sanadores y constituyen mi gran fortaleza, la muralla de palabras que protege mi hogar desde sus anaqueles, desde las estanterías de mi biblioteca.

Mi casa es una librería toda ella. Los miles de libros que decoran las estancias de mi vida me conocen por mi nombre y establecemos diálogos imposibles e imaginarios para combatir mi soledad.

Y en el verano, cuando llega agosto y me dejo llevar por la indolencia, siempre tengo a mano un nuevo libro con el que viajo a lomos de una frase por las páginas de los mas exóticos territorios. En los libros está escrito el amor y los amores, las pasiones mas bajas y los altos ideales de nuestra dimensión de hombre. Y desmiento que los libros sean para el verano, como las bicicletas, en acertada sentencia de Fernando Fernán Gómez. Son para todos los días, para todas las estaciones, para todas las edades.

El libro es un artefacto perfecto, no necesita pilas, si cae no se rompe y no le molesta la arena de la playa. Reivindico y defiendo el libro tradicional impreso en papel, que diferencio de los libros electrónicos. Un notable teatro levantado en Atenas hace un siglo es algo viejo frente al Partenón, que siempre será un clásico. Eso pasa con los dos formatos librescos. El libro es y será siempre un clásico.

Leer es posponer la desmemoria, cultivar el talante crítico que nos diferencia de los animales, ser independiente. Leer es ilustrar la vida con lo mejor del género humano.

De los libros y en los libros está escrita la escuela cívica de la tolerancia. Y si en Internet reside la gran biblioteca universal, yo sigo creyendo con Borges que después de la desaparición de Alejandría seguimos construyendo, leyendo, el universo real de los libros.